viernes, 9 de abril de 2010

La disputa

Ya sabéis que en mi blog salto de un tema a otro libremente, si ayer me acompañasteis en ese paseo por la ría, hoy quiero compartir un breve momento que disfruté hace poco.


Me siento afortunado cada vez que la naturaleza me regala el poder ser testigo de algún momento fascinante, pero esta vez me siento doblemente afortunado por haber podido plasmarlo en imágenes.



Fue a principios de semana cuando en el pequeño rincón que me permite observar a los pájaros que viven en libertad cerca de mi hogar pude ser testigo de una breve pero intensa disputa entre dos machos de jilguero para poder cortejar a una hembra, el inicio de la primavera coincide con el inicio de la anidación de estos bellos y cantarines pájaros.



A diferencia de los humanos, en el fragor de su disputa, a pesar de sus amenazas gesticulares, sus vuelos de intimidación y sus acercamientos intimidatorios no llegan a agredirse físicamente.



El macho dominante en este caso llevaba la voz cantante en la defensa de lo que debía considerar su territorio y desde el suelo hacia frente a los vuelos furiosos del retador.



Sin perder su sitio evitaba que el contrincante consiguiera desplazarle de él, defendía su posición mostrándose fuerte y seguro.



El pretendiente intentaba una y otra vez hacerle abandonar la pequeña roca donde se había posado para bañarse, pero no lo conseguía. Cuando finalmente el joven macho vio que le sería imposible hacer desplazar a su oponente, intentó una nueva intimidación, pero le fue imposible desplazar a su rival.



Luego, supongo que buscando otra oportunidad de encontrar pareja, el retador, desistió de su intento y con rapidez se fue del lugar.
Que diferentes somos los humanos en nuestras disputas, la agresión física es común en nuestros enfrentamientos, las malas artes y engaños están a la orden del día, raras veces mostramos nuestras cartas de frente.

Perdonad la calidad de las fotos, no son una maravilla pero creo que demuestran ese momento vivido que deseaba compartir con todos vosotros. Pero si clicais encima las podreis ver en grande, bueno, como todas las del Blog.



Texto y fotos; Miguel Adrover Caldentey

Feliz fin de semana

Compartiendo mi paseo

Ayer dediqué mi mañana a pasear, me tome mi tiempo libre para ir descubriendo, mirando, observando y disfrutando de cada paso, salí desde Portugalete con las luces todavía encendidas, la Ría estaba espectacular, sus brillos y la imagen del Puente Vizcaya (Patrimonio Mundial) hicieron que el paseo empezará con una luz inmejorable.




Lentamente me encaminé hacia el paseo que se une al antiguo espigón, en la piedra de sus muros, antiguas y enormes anillas todavía recuerdan su pasado como amarre portuario para los barcos cargueros.



Me desvié y paseé hacia el astillero, avanzando por el puerto deportivo y hacia la zona de amarre de los pesqueros, en ese caminar en una zona donde parece que todo tiene que ser innovación o trabajo a gran escala, un pequeño rincón todavía recuerda esa bohemia del pequeño bote que parece desafiar la lógica de la flotación, que bellas imágenes y nuevos reflejos se producen.



Volví sobre mis pasos y no pude evitar vislumbrar en el mundo paralelo de los reflejos la belleza de Las Arenas en esas grandes cristaleras.



Crucé hacia Las Arenas a bordo del “Gasolino” pequeñas embarcaciones que trasportan pasajeros cada pocos minutos de uno a otro lado, desde dentro y al bajar, la espectacularidad del Puente Vizcaya no me dejaban indiferente.



Sin querer ser pesado, os dejo a grandes rasgos su historia.

El 28 de julio de 1893 se inauguraba el Puente Colgante, un innovador trasbordador colgado para no entorpecer la navegación, muy fluida en la época y actualmente, que unía las poblaciones de Las Arenas, en la margen derecha de la ría de Bilbao, y Portugalete, en la margen izquierda. La mole de hierro, testimonio soberbio de la importante industrialización vizcaína de finales del siglo XIX, desafiaba el temporal de ese día. Sus 400.000 remaches sobre piezas de acero y sus 4 torres de 51 metros de altura –dos en cada margen– resistían los golpes del viento. Cuando la Guerra Civil Española estalló en 1936, y el Puente contempló asombrado los crueles acontecimientos en los que se encontraban sumidos sus vecinos. Durante varios bombardeos fue alcanzado, aunque sin sufrir daños fatales, Finalmente, en junio de 1937, ante la inminencia de la llegada de las tropas nacionales, el Batallón de Ingenieros del Ejercito del Norte recibió la orden de destruir todos los medios que permitiesen cruzar el Nervión, con el objeto de dificultar el avance de las tropas de Franco. En la madrugada del 17 de junio una gran explosión sacude al Puente Colgante, cuyo travesaño se precipita a las aguas de la Ría. Finalizada a contienda el ingeniero de caminos Don Juan José Aracil se encargaría del proyecto de reconstrucción, que incorporaría algunos cambios sobre el original, el 19 de junio de 1941, algo menos de dos años después del comienzo de la reconstrucción, se reinaugura el servicio.

Después de un intenso trabajo de preparación, iniciado en 2004, con la colaboración activa del Gobierno Vasco y el Gobierno Central Español, el 13 de Julio de 2006, en Vilnius, capital de Lituania, el Comité Mundial de la UNESCO (compuesto por 400 miembros), a través de su Comité Ejecutivo, declaró al Puente Vizcaya Patrimonio de la Humanidad. Esta declaración fue aprobada por unánime aclamación de los miembros de dicho Comité.

Dejando atrás el Puente Colgante camine por Las Arenas hasta llegar a Getxo, allí destaca la antigua estación de Socorro a los Naufragios, una estación naval que asistía a las embarcaciones y marineros vascos o que faenaban pos sus costas en cualquier eventualidad, hoy sede de Cruz Roja, un edificio singular y de una extraordinaria belleza marítima.



Ya en la playa hacia Algorta pude contemplar el sueño de un dragón, tranquilo, esculpido en la arena por alguno de esos artistas anónimos que saben manejar los elementos básicos para crear arte.



Poco más adelante, un destello dorado captó mi atención, una piedra singular era coronada cada instante por el mar, me entretuve un buen rato admirando como lucía cada vez que era acariciada por las olas.



Finalmente descubrí otro tesoro singular que desconocía, los acantilados de Arenisca de Algorta, un Punto de interés sedimentológico y estratigráfico formado por la erosión de los materiales que conforman sus estratos, unas laderas areniscas que en su formación capturaron grandes masas de óxidos de hierro que al desaparecer más rápidamente han dejado huecos de formas circulares, formando los llamados nidos de abeja o taffionis, cada uno de ellos diferente, con unos colores oxidados y de diferentes tamaños, además, debido al viento y a la salinidad se produce una erosión alveolar que les confiere unas formas espectaculares.


















Un placer haber compartido mi paseo con todos vosotros.

Texto y fotos; Miguel Adrover Caldentey

miércoles, 7 de abril de 2010

La reunión en el precipio, (Cuento)

La Naturaleza, al verle sentado junto a uno de los precipicios que dan al infinito le preguntó; ¿tú quien eres?, ¿porque lloras?, ¿que anhelas?


Sin girar su cara envuelta por una alborotada cabellera, él lentamente habló.



-Sentí en mis labios el sabor de la sangre ajena hasta que las lágrimas empañaron mis ojos desterrando de mi visión la belleza, adornando de guirnaldas rojas el horizonte, ampollas rojas cuya piel se caía como flema, sin fin ni principio.

En mi viajar, humanos con manos manchadas de sangre, parajes devastados en sangrientos conflictos, masacres de niños entre llantos de sus madres, viví el horror de la guerra fraticida entre hermanos, paseé por las praderas de la impotencia y nunca más pude conciliar el sueño.

Viví entre penumbras de oquedades por las bombas abiertas, morí y resucite en cada una de las batallas, sentí el dolor desgarrado de los hermanos.

Y hoy quiero morir para renacer, sentir el llanto fresco de la mañana, sentir como estalla mi pecho el olor de primaveras recién nacidas.

No quiero trasportar más muerte no quiero pasear más ataúdes, decididamente reniego a convertirme en sepulturero de una humanidad agonizante que muere matando, que no sabe vivir viviendo.



Soy el viento.



Entonces la Naturaleza le reconoció, se acercó a él y le abrazó, a lo lejos, un pájaro cantó, una mariposa alzó el vuelo, una margarita soltó su polen, y una madre gritó mientras alumbraba a su primogénito que después lloró.

La Naturaleza, con sus ojos azules de mar y su cabellera verde selva le cogió la mano, y de nuevo habló; “Mientras tengas la posibilidad de trasportar el sonido del canto del pájaro, mientras puedas levantar la mariposa para que vuele más allá de la fuerza de sus alas, mientras contribuyas a que las flores puedan poblar los campos, y mientras puedas participar en el milagro de un nacimiento, no lo dudes, tu lugar es este y tus anhelos se verán siempre reconfortados más allá de tus sufrimientos.”



Mientras se alejaba, vio de reojo que a pesar de seguir sentado, le había cambiado la expresión del rostro y su cabellera se mostraba más apaciguada que cuando había llegado ella.



Texto y fotos; Miguel Adrover Caldentey

lunes, 5 de abril de 2010

Destellos de naturaleza

Después de leer el post Contrapunto-Survival, una de las últimas entradas de María en su blog, (http://elcolordelosdias-mdb.blogspot.com/) que os recomiendo visteis, en la que nos recuerda la necesidad de levatar la voz en defensa de nuestro planeta, de que nuestro mundo sigue siendo destruido en aras de un progreso que dificilmente se sustenta y cuyo precio es demasiado elevado para poder mantenerlo, sali a buscar esos destellos que me enseñaran cuanta belleza nos rodea y a la que demasiadas veces no prestamos atención.
Mi vista lentamente se desvinculaba de lo superficial que me rodea y me iba fiajndo en los pequeños detalles que iban apareciendo ante mis ojos, unas diminutas florecillas silvestres que con su belleza diminuta daban al entorno puntillos de color, que alegraban la monotonía de mi pasear.
Al tiempo, me daba perfecta cuenta de que al desviar mi atención hacia esa belleza casi oculta pero tan a la vista, era capaz de disfrutar muchísimo más de mi entorno, y quise imaginarme ese entorno sin esos destellos del Alma Universal cerca de mi, lo que seria nuestra vida con un mundo de aluminio y alquitran, lo que nos perderíamos si dejamos que lentamente sigan envenenando la naturaleza salvaje en aras de unos transgénicos, de semillas modificadas geneticamente, con polinizaciones artificiales.
Que pasará cuando hayamos conseguido que nuestro planeta sea un invernadero donde el ser humano decida al 100% que sembrar, que cultivar, que nos conviene o no nos conviene, estamos viendo como practicamente en experimentos de agricultura genética estan devastandose grandes extensiones de terreno ya que al evitar la polinización natural se eliminan practicamente de ese lugar las especies polinizadoras, al no haber insectos los pajaros emigran o mueren, se rompe el ciclo natural de la vida y se invierte el efecto deseado, ya que si se deja de cultivar se produce la desertización de los terrenos que sobrevivían debido a los fertilizantes artificiales (por muy ecológicos que fuesen).
Cuando hablamos de los combustibles producidos a base de plantas, vemos que la necesidad de terrenos plantados de remolacha o similar para la producción de esos eco-gasolinas hacen que sean inviables por la falta de terrenos ya que si se destinasen a ello se eliminaría gran parte de los cultivos de trigo, avena, y otras especies que hoy en día son base de nuestra alimentación, peró ya se han escuchado voces solicitando que parte de esos cultivos se implanten en países menos desarrollados, ¿cuantas selvas vírgenes quedan?, ¿cuantas estarían dispuestos a talar para poder reconvertirlas en campos de cultivo?.
Todos esos pensamientos venían a mi, y os prometo que los ojos se me llenaban de lágrimas al conocer de antemano la mayoría de las respuestas que me hacia. Gracias a la Naturaleza podía mitigar mi dolor en esas pequeñas flores que me regalaba paso a paso, como una madre que ve como su hijo se equivoca y sigue amadolo sobre todas las cosas.
Me permití refugiarme en ella y le prometí que os hablaría de esas inquietudes que el post de María había generado en mi interior, como continuación de esa cadena imaginaria que ella había empezado y que os animo a continuar.


Texto y fotos; Miguel Adrover Caldentey