viernes, 2 de julio de 2010

Vacaciones,

Con esta entrada me despido una temporadita de todos vosotros, perdonad mi ausencia estos últimos días en lo que a comentarios se refiere, pero han sido de frenetica actividad para dejarlo todo minimamente programado.

Unicamente serán dos semanitas en Normandía y Bretaña, espero que intensas, bueno, de esto estoy convencido, ya intentaré vivirlas y disfrutarlas con intensidad.


Quedan practicamente dieciseis horas para presentarme en el aeropuerto y ya veis, aqui, subiendo lo primero que he pillado de archivo porque no quería irme sin despedirme de vosotros, los muchos amigos que tengo en esta casa, espero poder llenar mi "trajeta de memoria" con experiencias y fotografías dignas para compartirlo a la vuelta.

Perdonad que no pueda responder ni comentar vuestras entradas, peró voy de,,,, bueno, ya me entendeis.

Un saludo a todos y grácias por vuestra amistad.
 
PD; Voy a preparara la maleta y el equipo fotográfico

miércoles, 30 de junio de 2010

el tarro

En nuestro ir y venir por este camino diario, la vida nos obliga a priorizar acciones. Nos obliga a tomar decisiones y a dar más valor a unas cosas que a otras. Aunque a veces es difícil priorizar unas frente a otras, saber cuáles son las importantes y cuáles son las superfluas.


Si conseguimos priorizar bien tendremos una gran ventaja, pues al tener que renunciar a algunas acciones, siempre renunciaremos a aquellas que son menos importantes. De esa manera evitaremos perdernos lo esencial y satisfactorio del camino y tendremos una línea clara para seguir.

El patriarca Zen, Sengzan, dejó escrito: “El Gran Camino sólo es difícil para aquellos que tienen preferencias”.

La siguiente historia nos explica de una manera física la escala de prioridades.

Al momento de haber empezado a hablar con sus discípulos, el maestro cogió un tarro grande de cristal, vacío, y empezó a llenarlo con las piedras que llevaba dentro de una bolsa. Cuando ya no cupieron más piedras en el tarro, pidió a los que le observaban si estaba lleno.

Todos contestaron que sí.

Entonces, el maestro sacó otra bolsa llena de pequeñas canicas de arcilla, y fue vaciándolas dentro del mismo tarro mientras iba removiéndolo, a fin de que esas pequeñas bolas llenaran los huecos que las piedras habían dejado vacíos.

Luego volvió a pedir a sus jóvenes discípulos si ahora el tarro estaba lleno. Ellos contestaron:

—Maestro, ahora sí que está lleno.

A pesar de la respuesta, el maestro volvió a coger el tarro, y sacando de debajo de la mesa un saquito de arena fina de la playa, fue vaciándola dentro del tarro mientras golpeaba éste con suavidad sobre la mesa, a fin de que la arena llenara todos los recovecos que habían quedado vacíos entre las piedras y las bolas de arcilla.

—¿Qué os parece? —les pregunto.

—Maestro, ahora sí que ya o cabe nada más.

Sólo entonces, el maestro preparó otro tarro igual que el primero, y empezó llenándolo con la arena que había sobrado del anterior. Cuando lo hubo llenado hasta el borde, y ante la mirada atónita de sus discípulos, volvió a sacar la bolsita de las canicas de arcilla e intento vaciarla dentro del tarro. Todas las bolas se derramaron sobre la mesa. Y lo mismo sucedió cuando intentó vaciar en el tarro las piedras que le habían sobrado.

Los discípulos miraban lo que hacía sin entender nada.

Fue entonces cuando habló y les dijo:

—Ahora quiero que comprendáis que vuestras vidas son como estos tarros de cristal vacíos. Las piedras grandes representan aquello que es realmente importante en la vida como la familia, la salud, el respeto, el amor, los amigos. Las pequeñas bolas de arcilla serían aquellas cosas a las que tenemos aprecio sin que sean del todo necesarias: la casa, el coche, la posición social, o hasta dinero y trabajo. Y la arena, que termina de rellenarlo todo sería el resto. Las cosas totalmente superficiales, las que podemos suprimir sin más.

—Después continuó diciéndoles.

—La enseñanza que os he querido trasmitir hoy es que si llenáis vuestra vida de las cosas realmente importantes, en ella tendrán también cabida las materiales y podréis rellenarla con las superficiales. Ahora bien, si como en el segundo tarro, de un principio llenáis vuestra vida de lo superficial, en ella ya no dejaréis espacio alguno para que tenga cabida nada más.


Texto y foto; Miguel Adrover Caldentey
(Extracto del libro; Cuentos de sabiduría)

martes, 29 de junio de 2010

Ilusión


Si hay un mensaje en el que hacen especial hincapié las historias de sabiduría, escritas desde la antigüedad hasta nuestros días, es en el de la superación personal.
Desde las culturas antiguas, pasando por todas las religiones, y también los grandes maestros espirituales, se esfuerzan en demostrarnos que nosotros mismos somos los mejores antídotos para superar las adversidades y contratiempos que el día a día nos deja en el camino.
Cada vez que nos encontramos de frente con una de esas adversidades, con uno de esos socavones que impiden el paso por nuestro camino se nos plantean tres opciones, tres posibilidades para una elección que no siempre es fácil.
Quizá la primera opción sea la de desandar el camino, volver atrás por la senda que ya conocemos y que sabemos que debido a ello será mas fácil de transitar. Volver al inicio de la etapa y quedarnos allá.
La segunda y, muchas veces, la más elegida, es la que nos hace quedar parados ante ese socavón, dando por terminado nuestro viaje a medio camino.
Y la tercera y a menudo la más difícil de tomar y de llevar a cabo, es la de intentar salir del socavón, intentar vencer esa adversidad. Esforzarnos para poder continuar avanzando en nuestro camino. Luchar a pesar que parezca que todo se ha puesta en contra nuestra.
Quizá sea esta la opción más difícil, la que más nos cueste, pero con el tiempo también será la que llenará más nuestro interior, la que nos proporcionará mayor placer interior. Caer y levantarnos, no perder la ilusión, esforzarnos para salir adelante, ese será nuestro transitar por la vida.



Cuentan que en la galaxia habitada por los Dioses, nació un hermosísimo hijo de la Ternura y el Deseo. A aquella hermosa criatura le pusieron de nombre Ilusión. Ilusión empezó su vida en aquel privilegiado lugar en compañía de sus también jóvenes amigos. Envidia, Rencor, Falsedad, Soberbia, Desencanto, Pereza, Mentira y alguno más.
Pronto fue consciente de que todos sus amigos crecían con rapidez, mientras, él seguía igual de menudo siempre. Además ya no le gustaba jugar con ellos, no les entendía. Únicamente lograba sobrevivir día a día gracias al amor que le profesaban sus padres. Ternura y Deseo se desvivían cada vez más por su hijo, pero llegó un momento en el que decidieron ir a pedir consejo a los grandes Dioses, necesitaban su ayuda.
Una vez que se hubieron reunido los Dioses de mayor rango y en boca de la Esperanza les comunicaron que habían decidido ayudarles y que enviarían a un mensajero para que se hiciera cargo de Ilusión.
Cuando llegó el mensajero de los grandes Dioses y empezó a hacerse cargo de Ilusión, pronto empezaron a notarse los cambios. Polvo de estrellas de la constancia, suaves brotes de fuerza, especias de la decisión. Algo de jarabe de voluntad, pequeñas pastillas de empuje y trabajo, postres bien condimentados con semillas de confianza, fueron desde entonces la alimentación básica de Ilusión.
Aquella pequeña criatura fue creciendo y a la vez haciéndose más bella y más fuerte. El milagro se había producido, Ilusión crecía y se desarrollaba con gran rapidez.
Llegó el día en que el mensajero de los grandes Dioses le dijo:

—Mucho hemos caminado y compartido juntos, ahora ya únicamente te queda cumplir una prueba. Una prueba que aquellos que antes conocías y que crecieron antes que tú, nunca podrán recorrer, pero que para ti será definitiva para demostrarte que realmente eres Ilusión y lo que puedes conseguir. Tienes que buscar, encontrar y llegar hasta Meta, no es necesario corras, basta que pongas en ello todo el empeño de tu corazón. No es una prueba donde la rapidez sea esencial, lo es mucho más la persistencia. Yo estaré esperando junto a ella cuando llegues.

Ilusión inició en seguida la búsqueda, todos sus deseos se encaminaron hacia el objetivo de esa búsqueda, el de encontrar y llegar a Meta. No vaciló en afrontar situaciones complicadas, no desistió en momento alguno de su empeño, hasta que al final lo consiguió.

En aquel momento, Ilusión se convirtió en Realidad.

—Ahora ya puedes saber quien soy —le dijo el mensajero de los grandes Dioses, presentándose como quien realmente era. El mensajero que había ayudado a crecer a Ilusión hasta que se convirtió en realidad era, Perseverancia.



Texto y fotos; Miguel Adrover Caldentey

(Extracto del libro; Cuentos de sabiduría)

domingo, 27 de junio de 2010

Relax dominical

La verdad es que empezó el sábado, cuando antes de acostarme vi un hermoso cielo, enladrillado, precioso, y ya supe que el domingo me lo tomaría de autentico respiro.


El amanecer no desentonó, oro en el cielo anunciando la salida del sol.



Con las primeras luces las flores resplandecían, los rojos y dorados brillaban con los últimos suspiros del rocío.



Un rato en el observatorio y los pequeños amigos voladores fueron viniendo.



El agua les refresca a ellos, a mi me transmiten tranquilidad



Alguno se acerca que parece observa el brillo del objetivo de la cámara.



Otros en grupo se adueñan de la planta



Mientras, el sol va bajando y la luz incide de forma espectacular sobre las flores



Los colores se acentúan



El amarillo destaca en esta clavelina



Las margaritas ofrecen su polen a los insectos



Antes de que se cierre al caer la noche toma la última foto.



Ha sido un día de completo relax, disfrutando de lo que me rodea, sin hacer nada, y a la vez satisfecho por lo hecho.



Texto y fotos; Miguel Adrover Caldentey