jueves, 27 de mayo de 2010

Turquía

Durante un reciente viaje a Turquía pude admirar uno de los lugares más bellos que he visto y del que hasta la fecha no tenía conocimiento.

La cisterna Yerebatan, que es la más grande de las 60 cisternas que fueron construidas en Estambul durante la época Bizantina, está situada frente al museo de Santa Sofía. Según la historia, como no había agua dulce suficiente dentro de las murallas que rodeaban la ciudad, durante siglos la traían de las fuentes y ríos desde el bosque de Belgrado, a unos 25 Km. de distancia. Durante los asedios, los enemigos destruían los acueductos o envenenaban el agua, por eso se vieron obligados a depositar el agua potable en estas cisternas y, de este modo, utilizarla en caso de necesidad.
La cisterna de Yerebatan, construida en el año 532 en pocos meses, era el lugar en donde depositaban el agua traída a través del acueducto de Valente. Fue utilizada hasta el siglo XIV y restaurada a mediados del siglo XIX, ya que durante mucho tiempo en la época otomana no fue utilizada. Para su construcción se utilizaron diferentes tipos de columnas romanas de distintas épocas. Consta de 336 columnas repartidas en 12 hileras de 28 y situadas a 4 metros unas de otras y nos recuerda a un bosque de columnas. Ocupa un área de 10.000 m2, tiene 8 m de altura y aproximadamente su capacidad es de unos 80.000 m3.
He virado el color de la imagen para restar protagonismo al naranja de las luces y dar más realce a la piedra, de verdad os aconsejo que si visitáis Estambul, cuando estéis cerca de Santa Sofía, os permitáis una hora de vuestro tiempo para adentraros en el subsuelo de la capital


A la salida de la cisterna os encontrareis de frente con Santa Sofía, una de las joyas de la ciudad de Estambul, aunque su nombre lo dé a entender, no es por la Santa católica, en realidad es la Iglesia de la Divina Sabiduría o Hagia Sophia, dedicada a la segunda persona de la Trinidad, considerada una de las obras cumbre del arte bizantino.
Este magnifico templo fue construida del 532 al 537, durante el mandato de Justiniano en Constantinopla, capital del Imperio bizantino (hoy Estambul, Turquía).
Sus arquitectos, Antemio de Tralles e Isidoro de Mileto, cubrieron el edificio, de planta casi cuadrada, con una cúpula central sobre pechinas. Ésta reposa sobre cuatro arcos, sostenidos a su vez por cuatro columnas. Dos semicúpulas hacen de contrafuerte.
Fue utilizada como iglesia cristiana durante casi mil años, desde su construcción en el año 537 hasta la conquista de Constantinopla por los turcos en 1453, momento en que fue convertida en mezquita. En 1935 fue convertida en museo.
Fue construida en tan sólo cinco años durante el imperio de Justiniano.
Justiniano, según su cronista oficial Procopio de Cesárea, al ver Santa Sofía terminada exclamó: «Salomón, te he superado».

Y desde Santa Sofía, veréis ya a la salida la majestuosa imagen de la Mezquita azul, una autentica maravilla se la mire por donde se la mire.

Texto y fotos; Miguel Adrover Caldentey


miércoles, 26 de mayo de 2010

Un pasado glorioso

Donde la tierra se junta con el mar, allá, en los acantilados de Escocia, allí llegó el hombre, muchas fueron las civilizaciones que ocuparon ese linde para poder fortificar sus tierras, para hacer frente al invasor, ahora, reminiscencias de un pasado.


Escocia es uno de esos países en los que la costa esta plagada de abadías, castillos, defensas.

Pero cuando uno deja de ver ruinas, cuando uno deja de ver piedras, asoma entre sus muros un pasado de amores, de historias de caballeros y princesas, de sacerdotisas y magos blancos.

Si te dejas atrapar, entre ellas puedes conseguir ser parte de esa historia que ha quedado prendida en el tiempo, a través de leyendas, de robles que han crecido entre ellas, de tilos que dan fragancia, leyendas bañadas mil veces con la luz de la luna, azotadas por la sal del mar, y están ahí, os lo aseguro, quizá esperando que las sepamos ver.

Para ti, que todavía puedes vislumbrar esas siluetas de caballeros y princesas, sacerdotisas y magos blancos, tilos y robles, para ti va este post.

Texto y foto; Miguel Adrover Caldentey

martes, 25 de mayo de 2010

Un final feliz

En mis 21 años trabajando en prensa, lo que más temo todavía es que el numero identificativo de la sección de sucesos aparezca en mi móvil, siempre es sinónimo de malas noticias y de trabajos demasiadas veces en situaciones complicadas, y en los que muchas veces me siento incomodo, ya que estas cubriendo informativamente la tragedia de otra gente.


Por eso cuando ayer a la tarde me llamaron de redacción ya sabía lo que me iban a encomendar, una vecina de Cala D’or, (Mallorca) llevaba desaparecida de su domicilio desde el domingo por la tarde, Isabel, de 82 años, había salido a la tarde para asistir a misa, y no había regresado a su casa.

El mismo lunes un intenso operativo de búsqueda había rastrado parte de las zonas donde se creía podría estar, confirmando que una testigo había hablado sobre las once de la noche, mientras caminaba en dirección opuesta a su domicilio, pero que la había encontrado tranquila, habían cruzado unas palabras de saludo y poco más, que no había dado importancia al hecho pensando que era una vecina de la zona.

Desde redacción se me comunicó que esta mañana, a las nueve se reabriría la búsqueda y que el mando operativo se situaría en un enclave al que debía acudir para seguir la noticia fotográficamente a la espera de que hubiera novedades. Mientras estaba hablando con el coordinador del 112 ha saltado la noticia, un jardinero había encontrado a la mujer, todos hemos quedado en silencio, esperando el fatal desenlace, llevaba dos noches y un caluroso día a la intemperie. El júbilo ha saltado al comunicar el primer grupo que ha llegado que Isabel estaba con vida, consciente y aparentemente en buen estado.

Cuando he llegado al lugar he podido comprobar que efectivamente, ella se hallaba bien, se había extraviado, había perdido la orientación y había caminado en dirección contraria, cuando se dio cuenta de su desorientación había intentado retroceder lo caminado llegando hasta una zona desconocida, se había encontrado en una zona sin salida, y después de una caída había perdido más si cabe su ubicación.

Finalmente ya ayer se había refugiado a la sombra en un jardín privado y había escuchado las voces y los rastreos de los grupos de búsqueda, pero su desfallecimiento era tanto que le había sido imposible comunicar su posición, no tenía fuerzas para poder levantar la voz.

Esta mañana un jardinero, la había encontrado al abrigo de unos setos, exhausta, magullada, con alguna pequeña herida, pero viva, consciente y feliz de poder volver a ver a su familia.

Hoy mi trabajo se ha convertido en una gran alegría, poder comprobar que aunque a veces todo el pesimismo nos apunte a una tragedia, puede haber un final feliz.



Texto y fotos; Miguel Adrover Caldentey

domingo, 23 de mayo de 2010

Tres enclaves naturales

En una entrada anterior, bajamos hasta el interior de Mallorca a través de las Cuevas de Campanet, una cavidad formada hace aproximadamente cuatro millones de años.


Hoy voy a quedarme en la superficie para aproximaros tres enclaves que para mi tienen una magia especial, ya que también representan caprichos de la naturaleza que adornan nuestra costa, formando puentes, entradas y ventanas naturales que son autenticas obras de arte, caprichosas formas que el tiempo ha ido creando y que cuando uno los ve, siempre nota su pequeñez ante la grandeza del mundo.

El primer lugar es Torrents de Pareis, una puerta al mar entre las montañas escarpadas de la Sierra de Tramontana, una puerta que se formó como desembocadura natural de un arroyo que formó un estuario natural de cantos rodados que se encuentra enclavado en un circo rodeado completamente de montaña, con una acústica excepcional y en el que cada verano se organizan una serie de conciertos de música clásica que son una autentica delicia.

El segundo es una ventana natural en Portocolom, conocida como Sa Cova Foradada, situada en plena urbanización turística, y que bastante gente desconoce, desde esa ventana natural hay una visión casi idílica del faro de la bocana del puerto, los meses de verano, con las primeras luces, desde allí se puede disfrutar de una de las salidas de sol más bellas mientras las pequeñas embarcaciones marineras salen a pescar.

Y por último, Es Pontás, junto a Cala Santanyí, una autentica maravilla naciendo del mediterráneo, probablemente antes de las últimas glaciaciones parte de la isla misma que en un momento de resquebrajó y dejó como testimonio este arco natural inmortalizado por cientos de fotógrafos y pintores que lo han plasmado en sus cuadros y fotografías.

La naturaleza siempre nos sorprende, espero que para los que desconocíais estos enclaves, también haya sido una sorpresa agradable.

Texto y fotos; Miguel Adrover Caldentey