jueves, 13 de mayo de 2010

El corazón de Lluc (Mallorca)


Aprovechando las primeras luces de la mañana, antes de que los fieles y turistas invadieran la iglesia, realicé esta toma, con ella quiero enseñaros el interior del Santuario de LLuc, o de la Basílica de LLuc, una de las más veneradas de Mallorca, en esta ocasión, permitidme que dedique la foto a MdB, alguien muy especial, que sé desea poder contemplarla, para poder ver su luz, y descubrir los detalles que su querido Gaudí dejo impresos en la obra. Espero que estos días nos permitan disfrutarla




Para los que queráis leer un poco, conocer algo de su historia, os dejo un breve resumen, aunque lo que caracteriza más a Lluc, es que todos los que vivimos en la isla lo sentimos como un lugar especial, pues aunque no seas religioso, el enclave telúrico donde está ubicado el santuario, hace que puedas sentir la energía de la Tierra, de los elementos.

La actual iglesia, de estilo renacentista, fue empezada en 1622 y terminada en 1691 con la construcción de la fachada. Tiene planta de cruz latina, con una sola nave y tres capillas a cada lado, una bóveda de cañón y una cúpula en el centro del crucero. Los arcos y cornisas están hechos de una piedra extraída en las cercanías del Santuario. Mide 28'28 mts. de longitud por 6'70 mts. de anchura en la nave y 13'45 mts. en el crucero.

En 1684 se dedicó el altar mayor, pero el retablo mayor, obra del Maestro Blanquer, ya estaba terminado en 1629, y la imagen de la Virgen, que estaba ubicada en una capilla lateral, fue trasladada a su nicho central.

A principios del siglo XX, se completó la decoración barroca de toda la iglesia, con el mismo estilo del presbiterio, según las instrucciones del arquitecto catalán Antoni Gaudí. De esta manera, su interior se parece ciertamente a una “casa de oro”.

Texto y foto: Miguel Adrover Caldentey

miércoles, 12 de mayo de 2010

Tomar la decisión

Después de la lluvia, el sol lucha por salir, aunque las nubes no quieren irse todavía, en esos momentos, cuando realmente estas entre una y otra parte del enfrentamiento, tienes que decidir si colocar el trípode o aprovechar el impass para refugiarte, a veces ganas y puedes realizar la foto que deseabas, a veces pierdes y te calas hasta los huesos, pero cuando ganas y capturas ese momento, ese instante, vale la pena, sabes que arriesgaste por algo bello, y en ese momento, sabes también que si hubieras perdido, si te hubieras mojado, no te habría importado, era tu elección.


Como en la fotografía muchas otras decisiones de nuestra vida tienen que decidirse en un momento, lo importante es tomar la decisión que nosotros elijamos, a partir de ese momento, sabemos que estamos donde queremos, a pesar del riesgo de mojarnos.



Texto y foto: Miguel Adrover Caldentey

martes, 11 de mayo de 2010

Posición integral

La posición integral de cada uno ante la vida es la forma como cada persona se siente a sí misma y a los demás respecto de ella. Por ejemplo: tendemos a ser duales hasta le médula en los extremismos, yo puedo sentir de mí mismo que soy inteligente y que hago bien las cosas, o que soy incapaz y no sirvo para nada. De los demás, si me sitúo en esos mismos extremos, que son perfectos y mejores que yo, o bien que no saben ni valen nada.


De cualquier manera, lo que está claro es que, cuando nos centramos ya en esa posición integral respecto a la vida, debemos huir de ambos extremos, e intentar siempre que podamos, sentirnos parte de la cadena para poder estar engarzados con el resto de la sociedad, como esas embarcaciones que duermen al resguardo del puerto de Essaouira en Marruecos, cuyos propietarios confían en el amarre de la embarcación vecina para que sujete firme la suya. Lo conseguiremos a través de amigos, de familiares, o simplemente de referentes en nuestra formación o en el día a día.

A partir de aquí, la posición firme de cada uno es saber entender que ni eres tan bueno ni tan malo, que puedes ser mejor o peor, pero no hasta el punto de auto alabarte ni de auto menospreciarte, y luego, una vez aceptadas tus limitaciones, comprenderás que los demás ni son tan buenos como para adorarles, ni tampoco tan malos como para odiarles. Llegados a este punto tendremos la suficiente libertad de criterio para saber que si nos afianzamos en unas convicciones debemos asumirlas, o si en cambio deseamos desentendernos de las corrientes comunes y optamos por la individualidad, ni los que nos alaben ni los que nos critiquen son ni mejores ni peores que nosotros.

En ese momento, es muy importante que te definas interiormente, porque has de saber si realmente te aceptas tal como eres o si por el contrario huyes de ti. Por otra parte, también has de analizar si en tus relaciones con los demás, aceptas o no a los otros.

Texto y fotos; Miguel Adrover Caldentey

domingo, 9 de mayo de 2010

El elefante

Tenemos que ser fieles a nuestras ideas, pero nunca pensar que somos poseedor de la verdad absoluta. Cada uno de nosotros percibe una parte de lo existencial. Cada uno de nosotros vemos únicamente una parte de lo que tenemos delante, la distinta dirección de nuestras miradas hace que cada uno vea una realidad diferente a la de los demás.


Una de las historias sufís más conocidas nos lo explica de la siguiente manera, probablemente, el igual que otras incluidas en este blog, sea ya conocida por muchos, pero no puedo dejar de citarla.

En el sur de la India, existía un pequeño pueblo en el cual, todos sus habitantes eran ciegos, vivían en armonía, bajo el mandato de un rey justo y bondadoso, también ciego.
Un día, hace de esto ya muchos años, escucharon de boca de uno los invidentes que cada día llegaban a la localidad para unirse a aquella comunidad, la historia de un extraño animal al que denominaban elefante.
Como ninguno de ellos lo había visto, ninguno sabía realmente como era.
Dio la casualidad que hasta el pueblo llegó la noticia de que el gran Maharajá pasaría cerca de la comunidad, ya que le venía de paso en una de sus visitas que cada cierto tiempo realizaba a las regiones más lejanas del país.
El que les informó del paso de la comitiva del Maharajá aseguró que en la misma iban también varios elefantes.

El rey de los ciegos reunió a los cinco hombres más valientes y decididos del pueblo para que fueran a investigar que clase de animal era el elefante.
La fecha asignada para acercarse a la caravana del Maharajá fue la de la noche que acamparía más cerca del poblado.
Ellos irían de noche, así tendrían ventaja sobre los demás, ya que ellos debido a su ceguera se desenvolvían igual de bien de noche que de día.
Así podrían moverse libremente sin que nadie les viera.
El día señalado, los cinco salieron en dirección al campamento de aquel Gran Señor. Llegaron cuando estaban todos durmiendo, sigilosamente fueron adentrándose en el mismo, cada uno por su cuenta empezó a buscar aquel desconocido animal, como no podían hacer uso del sentido de la vista, palpaban con las manos.

A la mañana siguiente, cuando ya todos habían regresado al pueblo, el rey reunió a todos los habitantes en la plaza y convocó a los cinco exploradores con el fin de que les explicaran que clase de animal era el elefante.

El primero en hablar a la gente era uno que había llegado de frente al animal, y lo había cogido por la trompa y les dijo:
—El elefante, os aseguro, es un animal muy extraño. Es como una gran serpiente colgando de una rama. Se mueve como una boa, enroscándose y balanceándose.
El segundo, que palpando, palpando había cogido al elefante por una oreja les dijo:
—No digas tonterías, ese extraño animal es como una manta de ventear grano, fina y ancha y se mueve como un abanico.
En estas el tercer explorador, que se había dado de bruces con el costado del elefante exclamó:
—A ver qué llegaréis a decir —y dirigiéndose al público, dijo: —Yo bien os aseguro que ese animal es como una roca, es rugoso y a pesar de que le empuje con todas mis fuerzas no conseguí que se moviera ni un centímetro.
En este punto, uno de los dos que todavía no había dicho nada, no pudo más y se hecho a reír.
—No estáis diciendo más que disparates. El elefante es como un pincel grueso, largo y flexible, pero terminado en una mata de pelo grueso, áspero y fuerte.
Este explorador había cogido el elefante por la cola. Mientras, el último, que había palpado una de las patas del elefante, se adelanto y dijo:
—De verdad os digo, que el elefante es como el tronco de un árbol, grueso, fuerte y cilíndrico. Es tan extraño que no puedo asociarlo a otro animal que alguna vez haya tocado.

Todos ellos juraban y perjuraban que era su versión la verdadera, cada uno repetía una y otra vez que había sido él el que tocó al elefante, y que un elefante era tal y como lo describía.

Texto; Miguel Adrover Caldentey
Foto; Wordpress