Según el diccionario, la risa es el movimiento de la boca y de otras partes del rostro que demuestra alegría, el sonido característico que emitimos al reír. Pero la risa es mucho más, es un reflejo espontáneo que enseña al mundo nuestro estado de ánimo más inmediato.
Es una comunicación no verbal expresada mediante nuestras facciones, un gesto innato que no se aprende y que todos sabemos realizar, incluso los niños a una edad muy temprana. Gracias a la risa, nuestro interlocutor puede saber cómo nos sentimos al momento, al tiempo que revela nuestro lado más amable y cercano, favoreciendo las relaciones.
Las propiedades de la risa, y no es difícil comprobarlo, son muchísimas: te relaja, te desestresa, eleva la autoestima, mejora la digestión y hasta alivia dolores del cuerpo y del alma
Es un hecho probado: además de producir bienestar a nivel espiritual, psicológico y social, la risa tiene una profunda relación con los estados fisiológicos del organismo. Al reír experimentamos una especie de electroshock que nos ayuda a combatir todo tipo de enfermedades y a favorecer la longevidad.
Las propiedades desintoxicantes de la risa fueron descubiertas desde hace mucho tiempo por los antiguos sabios de Oriente. El bienestar espiritual que produce se explica por su capacidad para crear un espacio para estar con uno mismo y ubicarnos en el aquí y el ahora, en el presente, ya que cuando reímos nos es imposible pensar. Esa imposibilidad de pensar hace que durante unos momentos desconectemos totalmente nuestro interior de todo lo que nos rodea, somos capaces por un instante de bloquear el cerebro totalmente.
En la India existen incluso templos sagrados donde se practica la risa, ya que es considerada una técnica de meditación en sí misma. Por tener esta facultad, a la risa, Osho la bautizó como "las alas del hombre".
En Occidente, sin embargo, aunque se le llamó la medicina del alma desde el año 1300, no se tuvo idea de su alcance hasta hace poco tiempo. Las investigaciones realizadas en torno a la risa son relativamente recientes, pero ya han arrojado la información suficiente, hoy en día son muchísimos los que ya han practicado o practican la riosoterápia.
Estamos en un mundo lleno de problemas, expuestos constantemente a ellos, no podemos mantenernos ajenos a ellos, pero eso no quiere decir que debamos ser taciturnos, grises, o estar enfadados siempre, quizá si comprendemos que una sonrisa puede contagiarse, que una respuesta con buena cara o una carcajada en un momento dado es la mejor y más efectiva medicina para la ansiedad o el mal humor de otro, además gratis y sin costo, aprenderemos sin duda que el reír nos hace por un momento olvidar nuestros problemas, mientras uno ríe no existe nada más, es como si mientras reímos el mundo se hiciera a un lado.
Una persona que sonríe envía infinidad de mensajes a su entorno, mientras que uno que nunca lo hace puede lanzar señales de negatividad o de rechazo. Y un dato interesante: la sonrisa falsa o forzada se reconoce por su duración, más larga que la sonrisa natural o espontánea.
Seamos sinceros cuando riamos o sonriamos
Es muy importante saber reírse y rodearse de gente que sabe reír, ya que la risa es un des−estresante natural. Sin duda alguna y esto esta comprobado científicamente, los grupos de trabajo que tienen un buen humor, a comparación de los que no, pues tienen una mayor facilidad y compatibilidad a la hora del trabajo, lo que ayuda en la velocidad de creación y calidad.
No neguéis una sonrisa, no escatiméis una risa, una carcajada, rompamos la tendencia de ir con la cara amargada, quizá será la mejor manera de darle en la espinilla a todos esos que les gustaría vernos así, y también quizá alguno de esos tan van por la vida con ese semblante tan serio se anime a intentar sonreír.
Mientras tanto, yo hoy doy gracias a todas las personas que llenan mi vida de risas, sonrisas y alegría.
Texto y fotos: Miguel Adrover Caldentey