jueves, 10 de diciembre de 2009

No soy Nada

Cuando uno se encuentra ante la inmensidad del mar
cuando se siente infinitamente pequeño ante el milagro de la naturaleza
cuando ante sus ojos se abre el espectáculo de la creación.
siente así:


Donde, donde estoy.
Quien, quien soy.
Como he llegado aquí.

Quien os ha dado permiso,
yo, que bebí de las fuentes de Safo,
yo, que fui marinero en tierra,
yo, que acompañe al penúltimo alquimista.

Yo, que ahora no soy nada.



No pienso,
es mi cerebro el que tiene vida propia.
Porqué no me deja descansar,
quiero dejar de pensar.



Cierro los ojos,
detrás de la oscuridad
miles de bárbaros que danzan.
Danzad, danzad, ya no me asustáis,
quiero danzar con vosotros.

Dejadme danzar.

La piel curtida de los tambores
llora lagrimas amargas,
siente como la golpean con saña.
Soy un tambor, mi cabeza estalla



No quiero sentir,
quiero quedarme inerte,
ser parte del universo
sin formar parte de él.

Perder mi cuerpo,
perder mi mente,
volverme etéreo.
Ya no soy nada.

Poeta maldito de palabra rechazada,
de verso oscuro, de oscuridad labrada.
Solo con mis miedos,
solo con mis fantasmas.

Miedos eternos,
fantasmas errantes,
que habéis hecho de mí
un cuerpo sin palabras,
donde el verbo se niega
a nacer de mi boca,
donde la palabra rechaza
siquiera permanecer a mi sombra.



Fuegos fatuos en el horizonte,
quizá la Santa Compaña.
Mis remordimientos
de nuevo me atenazan.
Que buscáis de mí.
Yo ya no soy nada,

¡Dejadme!

Id a danzar con las demás almas

Yo ya no soy nada.

Texto y foto; Miguel Adrover Caldentey