viernes, 5 de noviembre de 2010

La percepción nos engaña

Nuestros mecanismos perceptivos nos demuestran día a día que no existe aquello que se llama objetividad, la mente por si sola se hace una imagen y nos envía la información, estamos tan acostumbrados a no oponernos y aceptar lo que se nos presenta, que muchas veces si examináramos a conciencia nuestra primera impresión, terminaríamos aceptando que en ese momento nos equivocamos. La percepción está mediatizada por nuestras emociones, expectativas, objetivos y nuestra memoria.


Los sentidos nos proporcionan continuamente un bagaje inmenso de información que simplemente no puede ser procesada ni mucho menos almacenada en su totalidad, y nos creemos obligados a que nuestra mente racional la procese al instante. Por eso la atención funciona como un filtro que actúa de modo selectivo dejando pasar algunos datos que se canalizan por las vías sensoriales en detrimento de otros que se desestiman y se mantienen fuera de la conciencia. Algunos de estos datos son tan engañosos como la primera imagen que nuestro cerebro, engañado por la vista, se forma al ver la foto que hoy elegí para acompañar este texto, Simón, como se llama el artista que hace malabares con el fuego, no lleva en las manos un círculo de fuego incasdencente, únicamente son dos antorchas encendidas que al girar y debido a la baja velocidad de la exposición nocturna quedan reflejadas como un círculo, la primera impresión engaña, como muchas otras veces.

Se trata de la atención selectiva.

No son pocos los inconvenientes que pueden presentarse por el hecho de percibir de modo sesgado nuestro entorno, no en el simple hecho de analizar visualmente algo, muchas veces influye en la impresión que nos formamos de alguien debido a su apariencia, su manera de vestir, sus creencias, su ideología. Esto puede llegar a ocasionarnos una mayor dificultad a la hora de detectar, analizar y en definitiva resolver nuestros problemas o conflictos con el exterior o interpersonales.

Demasiadas veces juzgamos antes de sopesar las acusaciones que contra alguien o algo nos ofrecen nuestras percepciones primeras.



Texto y foto; Miguel Adrover Caldentey