sábado, 1 de mayo de 2010

En mi entorno

Este fin de semana, una vez más me he refugiado en los alrededores de mi casa para poder desconectar un poco de los problemas del mundo exterior, necesito reencontrar esos pequeños detalles de la naturaleza que me hagan olvidar por un momento los graves desastres ecológicos que de nuevo sufre nuestro planeta, ese vertido de petróleo que amenaza la costa de EEUU, ese ecosistema que se verá totalmente alterado por espacio de años.


Miro a mi alrededor y en un naranjo descubro el primer milagro del día, en su copa un nido de mirlo, con paciencia y sigilo consigo llegar hasta él sin que la cría se ponga nerviosa, le quedan muy pocos días de estar en el nido, dentro de poco lo abandonará para vivir su vida, ojala la próxima vez que logre fotografiarla sea en el pequeño estanque donde tantos pájaros acuden a beber y a bañarse y donde tantas horas paso observándoles y fotografiándoles.









Mientras, sigo paseando y puedo ver como una de las flores más bellas del jardín ya ha abierto el capullo, se quedará así durante largo tiempo, me gusta ver su elegancia, una floración cada año, una sola flor cada bulbo, pero bella y elegante.




Le oigo revolotear cerca del estanque y de las rosas, es cuestión de pararse un momento, es tan curioso que pronto se dejará ver de cerca, es otro de los visitantes asiduos, desde primavera hasta otoño, un “Pagofigo”, pájaro mosquitero que siempre se acerca donde el hombre vive, si este año encuentra pareja, pronto empezará a construir su nido muy cerca de casa.




La menta fresca ya ha brotado con fuerza, su aroma se nota a distancia, me gusta pasar las manos entre sus hojas, quedan impregnadas de su olor, me da esa sensación de frescor, ese aroma imposible de suplir por perfúmenes o colonias, es el aroma de la tierra, de la naturaleza.



Aunque estoy lejos, las oigo croar, es extraño, hace años que no las había ni visto ni oído, su canción viene del estanque, me parapeto en mi escondite y tengo que esperar más de media hora a que se deje ver, una pequeña ranita verde ha tomado posesión del estanque, bueno, realmente llego a ver dos, están a gusto, primero toma el sol un rato y luego se entretiene nadando de espalda y jugando en el agua, espero que no sean demasiado prolíferas en su cría si son pareja, no me gustaría que invadieran las piscinas de mis vecinos, me supondría un conflicto territorial jejeje.

Finalmente regreso a casa más tranquilo, en mis cercanías todo sigue su curso natural, pero intentaré cuidar el medio para que así siga sucediendo año tras año. Ojalá otros con más influencia que yo cuidaran también de su entorno.

Saludos y feliz semana-

Texto y fotos; Miguel Adrover Caldentey

viernes, 30 de abril de 2010

Los avisos que no vemos

Cuenta una leyenda de la lejana China que…

…un día de mucho calor, un joven se acercó a la orilla del río y se arrodilló junto al agua. Iba a introducir las manos dentro para refrescarse, enjuagarse el rostro con el agua fresca. Pero un momento antes de que los dedos acariciaran el agua fresca, vio en el espejo que formaba la superficie del agua la imagen de la Muerte reflejada tras él.
Se levantó completamente asustado y preguntó.
—¿Qué quieres? Soy joven y sano. ¿Por qué vienes a buscarme sin avisar? Me queda tanto todavía por hacer.
—No vine a buscarte todavía —le contestó la Muerte. Tranquilízate y ve a tu casa sin temor, es a otra persona a la que estoy esperando. No vendré a buscarte sin avisarte, te lo prometo.
Aquel joven volvió ese día a casa exultante de alegría. Se hizo mayor, conoció a una bella muchacha con la que se casó, tuvieron hijos, esos hijos crecieron, y la vida siguió su curso natural.
Un día, de nuevo en verano y con mucho calor, aquel hombre, ya de edad avanzada, se encontraba otra vez junto al río para refrescarse. Se lavó las manos y la cara con el agua fresca del río.
Cuando quiso levantarse, una extraña opresión en el pecho le impedía moverse, parecía como si le hubieran colocado un gran peso encima que le impedía levantarse.
Cuando miró hacia los lados en un intento desesperado de encontrar ayuda, vio junto a él, sentada, a la Muerte.
Se sobresaltó de nuevo, pero aún así, la saludó y pregunto.
—¿Pero, tú que quieres?
—Es a ti al que quiero —le contestó ella— hoy tengo que llevarte conmigo, ha llegado la hora.
Un escalofrío le recorrió todo el cuerpo.
—Me habías prometido que no vendrías a buscarme sin avisar antes. No has cumplido tu promesa.
—Te avisé y te previne.
—¿Me avisaste? ¿Me previniste? No es verdad, estas mintiendo.
—Es verdad y lo hice de mil maneras, cada vez que te mirabas al espejo veías como cada día nuevas arrugas surcaban tu rostro. Tus cabellos se iban volviendo blancos, notabas como tus articulaciones
se iban agarrotando, como al cansarte te faltaba el aliento y como tus huesos se volvían frágiles.
Cada día veías que tus hijos se hacían mayores y te entregaban nietos que también crecían. Como puedes decir que no te avisé y que no te previne.

Vemos que, a lo largo de toda una vida, hay miles de señales que nos van preparando para que nos acostumbremos a llegar al final. Nosotros no queremos ser conscientes de ellas, pero están
ahí.

Texto; Extracto del libro "Cuentos de sabiduría" (Miguel Adrover Caldentey)
Foto; Gran Muralla China- (Miguel Adrover caldentey)

jueves, 29 de abril de 2010

Oro líquido

Después de la última serie centrada en la India, hoy me quedo en mi isla natal, Mallorca, disfrutando de estos días de bonanza, anticipo de un caluroso verano.


Mallorca todavía ofrece espectáculos naturales como una puesta de sol sobre la entrada de la Bahía de Palma, vista desde los acantilados cercanos a Cabo Blanco, una puesta de sol que llena de oro el mar, esos reflejos que invitan a sentarse y disfrutar, desbloqueando los sentidos para captar la grandeza de nuestro mundo, despertando el alma adormecida que desea llenarse de sol, de vida, de emociones y sentimientos.

Es volver a conectar con los elementos, desconectar el piloto automático en que nos mantenemos demasiadas veces para estar en sociedad, es sencillamente, volver a sentir la vida alrededor y en uno mismo.



Texto y foto; Miguel Adrover Caldentey

martes, 27 de abril de 2010

Ellas VI, VII y VIII (fin de la serie)

ELLAS VI




En “ellas” una vez más doy prioridad a la imagen que no a la calidad fotógráfica, era muy difícil conseguir esta toma por las diferentes zonas de luz, y ya que no quería molestarla en su labor, quería que se presentara natural, estaba trabajando como peón de albañil en una obra, quizá la que el día de mañana sería su casa. Su sari, a conjunto con las ramas de los árboles, la tierra dura, su rostro, cansado pero sereno, al tiempo, la seda tendida al sol.



Hoy ella me dice tranquila;

“Las mujeres no podemos ni debemos ponernos una máscara para ir a trabajar. No podemos ver al mundo como una constante lucha, entre clases, entre sexos y entre nosotras mismas. Si lo hacemos estamos condenadas a una perpetua insatisfacción y una segura amargura al paso de los años que nos llevará a la infelicidad. ¡Somos mujeres! Orgullosamente mujeres, con habilidades únicas, con talentos que un hombre simplemente por su naturaleza no tiene. Pero podemos ponernos a su altura, no me caen anillos a la hora de levantar la espuerta, solo quiero que se me reconozca como mujer, Las mujeres debemos apostar a serlo de pies a cabeza en nuestro ambiente laboral. Nuestra natural suavidad en el trato, nuestra facilidad de comunicación, nuestra facilidad para la empatía son armas más poderosas que la confrontación, una confrontación que dejamos para los hombres, que muchas veces quieren obtener la razón por la fuerza. Las mujeres podemos realizar un cambio si vemos nuestro trabajo como un espacio para el encuentro con otros seres humanos, hombres y mujeres, si dejamos atrás el amargo del camino, si buscamos el aroma del incienso y la sonrisa verdadera.”

ELLAS VII

Siguiendo con la serie dedicada a las mujeres de la India que estoy titulando “Ellas” y cambiando el sari por el uniforme escolar os presento a esta clase al completo de un colegió femenino, durante un rato pude compartir su tiempo, su interés, su alegría, y también su entusiasmo.



Pero es hoy cuando las protagonistas de la imagen me dicen claramente:

“nosotras ya formamos parte del futuro, deseamos ser futuro, llegar preparadas para enfrentarnos a una sociedad multicultural, donde lo que prime sea la persona como ser, nos aplicamos, trabajamos tanto como los varones en tener una educación que nos haga progresar, deseamos que el día de mañana se nos valore en igualdad en el campo laboral y en el familiar, no pedimos más, únicamente lo mismo”

La educación es un derecho humano y un elemento indispensable para el progreso económico y social. Debe reconocerse que el acceso pleno y en condiciones de igualdad a la educación es un requisito fundamental para la potenciación de la mujer, y un instrumento fundamental para lograr los objetivos de igualdad de género, desarrollo y paz.

ELLAS VIII (fin de la serie)

Con esta imagen que para mi representa la ingenuidad, la esperanza, el futuro, y muchísimas más cosas, quiero despedir esta pequeña serie dedicada a "ellas" donde me he dejado llevar casi como siempre por el lado más emotivo de las imágenes, sumergiéndome en el mundo de la mujer en la India, en el mundo rural, en el ámbito laboral, sentimental y familiar quizá como un intruso, pero siempre con el deseo de haceros llegar
ese mensaje que a mi me proponía la imagen.



Quiero daros las gracias a todos los que habéis clicado las fotos, a todos los que las habéis visualizado y leído, y sobretodo a los que con vuestros comentarios os habéis solidarizado con el mensaje.

Ha sido una manera más de compartir mis inquietudes con vosotros, y creo que en gran parte de eso vivimos los humanos, de compartir inquietudes.





Texto y fotos; Miguel Adrover Caldentey

lunes, 26 de abril de 2010

Ellas V

La manera de caminar, de pisar con fuerza y con seguridad me decía:




"Soy mujer, pero ya se quién soy, soy la mejor interpretación de mi misma, no una burda copia de alguien que quiera marcar por mi el paso, llevo conmigo la fuerza de un colectivo, el orgullo de una raza y el ímpetu de toda una generación"

Texto y foto; Miguel Adrover Caldentey