viernes, 21 de mayo de 2010

La telefonista que ha rechazado 1500 euros

Hoy me he levantado contento, de esos días en que todo va bien, estás de humor, y el mundo es algo fantástico. (Sí, ya se que suena extraño pero es así)




Ese día hapyhapy ha hecho que hiciera algo que no acostumbro a hacer, coger el teléfono cuando el número de la llamada entrante pone “desconocido” pues sé que normalmente es publicidad, tele venta, etc.

Pero hoy, me ha pillado con el pie cambiado, y efectivamente, era una simpática operadora andaluza, (lo he deducido por su acento) que me ha dado la grata noticia de que su empresa, “Jamones ….” Me había seleccionado como ganador de una campaña de promoción en la que me habían correspondido 6000 euros.

Antes de llegar a este punto, por norma, ya habría cortado la conversación, pero hoy hasta la encontraba divertida, así que le pregunté como había sido agraciado, si por lo que a mi constaba, su empresa me era totalmente desconocida, su respuesta fue de que había sido un sorteo sobre las bases de listines telefónicos de toda España, le hice notar mi desconcierto pués mi número de móvil no sale en ninguna, ella muy atenta me aleccionó que las grandes empresas además de las guías oficiales manejan bases de datos en los que hay muchos números de teléfono y que las habían incluido en el sorteo para así aumentar las posibilidades a los agraciados.

Como comprenderéis, en ese punto le dije que entonces no sería necesario darle mi dirección para que me remitieran el cheque con los 6000 euros.

Ahí llegó el momento que yo estaba esperando, “mire usted Sr. Miguel, como comprenderá, al no ser cliente nuestro todavía, como parte del marketing de la empresa nos es difícil hacerle entrega del premio, por lo que para que usted pueda beneficiarse de él, debería hacer una compra mínima de productos nuestros, que se los entregaremos a domicilio cuando usted nos ingrese su cuantía, que será mínima, ya que nuestro lote en oferta sale al ventajoso precio de 130 euros mas unos pequeños gastos de envío”.

Ahí fue lo raro del asunto, ya que yo, con mi día feliz y benévolo, le hice una contraoferta, “escuche señorita, dígale a su empresa que me siento muy halagado por el premio, tan halagado que me comprometo ante notario a que la mitad del importe lo gastare en productos suyos, por lo que usted en vez de una venta de 130 euros, realizará una de 3000, y como me ha cogido con un día simpático y usted me cae bien, ante el mismo notario me comprometo a repartir con usted los 3000 euros restantes, o sea que le regalaré 1500 euros, con lo que usted también saldrá muy beneficiada, o sea, que si su empresa y usted están de acuerdo, únicamente es necesario que me envíen 1500 euros y lo que me corresponda de productos, y como hay mucha gente que lo pasa mal por culpa de la crisis, les doy mi permiso para que los productos los envíen a una ONG o a comedores sociales”

No entiendo que parte de la oferta que le estaba haciendo no le gustó, pero la realidad es que no quiso aceptarla. Desestimo el dinero y la gran promoción que esa empresa habría hecho, la verdad es que hay gente a la que no entenderé nunca.



PD Si os he levantado una sonrisa, me alegro, la conversación es real, de esta mañana, y no os olvidéis, nadie regala nada por la cara.

Un saludo

Texto y foto; Miguel Adrover Caldentey

jueves, 20 de mayo de 2010

Viaje al corazón de la tierra


La paciencia de la madre Tierra se puede ver y comprobar cuando nos adentramos en su interior, este pasado fin de semana, en compañía de MdB pudimos visitar las cuevas de Campanet, unas maravillosas formaciones naturales que constan de unos cuatro millones de años, y siguen desarrollándose, a una velocidad, la de las estalactitas de 1 centímetro cada 100 años, y de medio centímetro las estalagmitas. (Quien tiene paciencia, obtendrá lo que desea. Benjamin Franklin)




Estas formaciones sorprenden por su belleza, por su armonía, por sus formas imposibles, y por sus colores, colores que se impregnan por la filtración del agua con depósitos calcáreos, óxidos terrosos y vegetales (La paciencia y el tiempo hacen más que la fuerza y la violencia. Jean de la Fontaine)



Las Coves de Campanet están situadas en la vertiente sur del monte de Sant Miquel, en la Serra de Tramontana, al norte de Mallorca. Tienen una superficie aproximada de 3.200 m2 y un recorrido cercano a los 400 m. Estas grutas naturales se desarrollan a una media de 50 m bajo la superficie del terreno y crean un vacío de unos 16.000 m3. Su visita, de unos 40 minutos de duración, recorre diferentes galerías y salas, algunas de las cuales presentan pequeñas acumulaciones de agua. Dichas salas reciben nombres tan sugerentes como: sala romántica, sala del lago, castillo encantado, sala de la palmera, cascada sonora, etc. La temperatura interior de las cuevas es constante a 23 grados



Estas cuevas destacan por la finura y riqueza de sus depósitos calcáreos en forma de estalactitas y estalagmitas, también denominadas espeleotemas por los geólogos. Aparte de su ornamentación natural, diversos aspectos han atraído la atención de científicos y naturalistas. Por ejemplo, durante las obras de acondicionamiento de las cuevas se encontraron restos fósiles de Myotragus balearicus, una especie de bóvido endémico de Mallorca y Menorca, extinguido hace 4.000 años tras la llegada del hombre a nuestras islas. Destacar que por lo lluvioso de este invierno, por primera vez en 40 años se ha visto gotear a las estalactitas de la zona seca, una gruta que se encuentra bajo 40 metros de roca, las filtraciones este año han llegado hasta esta zona considerada seca.



Si hablamos del descubrimiento, decir que los habitantes de lugar conocían desde siempre una corriente de aire fresco que salía de un agujero de unos 15 cm de diámetro, hoy en día desaparecido, situado encima de la entrada actual de las cuevas. Con la intención de convertir las tierras de Son Pacs de secano a regadío, el propietario de la possessió Guillem Torres i Cladera, impulsó la búsqueda de agua. En junio de 1945, el "marger" de la finca, Bartomeu Palou i Bennàsser -Xineta- pensó que el ruido y el aire fresco del agujero indicaban la existencia de una corriente de agua subterránea. Las cuevas fueron descubiertas al ensanchar el agujero y acceder a su interior. Era la primera vez que un hombre entraba dentro de esta cavidad natural. El propietario de la finca no obtuvo agua, pero si un tesoro natural que levaba millones de años formandose y hasta esa fecha era desconocido.



PD: Ten paciencia con todas las cosas, pero sobre todo contigo mismo. (San Francisco de Sales)

Texto y fotos; Miguel Adrover Caldentey

martes, 18 de mayo de 2010

La visita de Jesús

Ruth volvió a mirar el sobre otra vez. No llevaba sello ni matasello, únicamente su nombre y dirección. Leyó de nuevo la carta.


“Querida Ruth: Estaré por tu barrio el sábado por la tarde y me gustaría pasar a verte.
              Te ama siempre, Jesús”.

Las manos le temblaban al dejar la carta. —¿Por qué desearía el Señor visitarme a mi? —Yo no soy nadie especial. Nada tengo para ofrecerle.
En ese instante recordó los estantes vacíos de la cocina.
—Oh, Dios mío, no tengo nada, tendré que ir a comprar algo para poder ofrecerle cuando venga —se dijo.
Su economía era realmente escasa, pero ella estaba convencida de que la ocasión valía la pena, así que fue a la tienda. Un pan, doscientos gramos de embutido cortado muy fino, fruta y un cartón de leche fue todo lo que pudo comprar; y aún así, había agotado todo su dinero.
A pesar de todo, ella volvía hacia su casa alegre, contenta con lo que llevaba en la bolsa y porque ya no debería recibir a Jesús con las manos vacías.
—¡Eh! Señora, señora, ¿puede ayudarnos?
Ruth había estado tan centrada en sus pensamientos sobre la visita que esperaba aquella tarde y lo que le ofrecería, que no había visto a aquella pareja semi escondida en el callejón.
Un hombre y una mujer vestidos casi con harapos se dejaron ver.
—Mire señora, yo no tengo trabajo, mi esposa y yo, hasta el momento hemos conseguido sobrevivir, pero ahora estamos hambrientos y tenemos mucho frío, y, por eso solicitamos su ayuda, de verdad que se lo agradeceríamos.
Los miró a los dos, iban sucios, desaliñados, olían mal, y, además, estaba segura que si realmente quisieran trabajar lo encontrarían, ya que ambos eran jóvenes todavía.
—Entendedme, me encantaría poder ayudaros, pero yo misma soy pobre. Todo lo que tengo es un pan, algo de embutido y un cartón de leche. Pero esta noche espero a un invitado muy especial y me gustaría poder servírselo a él.
—Lo entendemos, no se preocupe, no pasa nada, gracias de todas maneras.
El hombre pasó su brazo sobre los hombros de su esposa, dieron la vuelta y empezaron a adentrarse de nuevo en el callejón.
Mientras les veía alejarse Ruth sintió una punzada en el corazón, una punzada que le era familiar.
—Escuchadme, esperad.
La pareja se detuvo y se giró, mientras ella corría tras ellos en el callejón.
—Mirad, aceptad esta comida, —les dijo mientras les entregaba
la bolsa de la compra. —Yo encontraré algo que ofrecer a mi invitado —añadió.
—Gracias señora, muchas gracias. La mujer de la pareja había hablado por primera vez y Ruth pudo comprobar que estaba temblando de frío.
—Sabes, tengo otra chaqueta en casa y no vivo demasiado lejos de aquí.
Y quitándose la chaqueta que llevaba, la puso sobre las espaldas de aquella chica.
—Quédate con esta.
Luego, sonriendo, reemprendió el camino hacia su casa mientras aquella pareja le seguía dando las gracias.
No tenía nada que ofrecerle a Jesús, sentía ya en su cuerpo el intenso frío sin la chaqueta, pero estaba contenta.
Cuando llegó a casa, ya casi estaba temblando de frío y pensando que le diría a Jesús cuando se presentase y ella no tuviera nada que ofrecerle. Mientras buscaba la llave dentro del bolso, vio una carta dentro de su buzón, lo que la extrañó, el cartero no solía repartir las cartas dos veces al día.

Recogió el sobre y lo abrió mientras entraba en casa.

“Querida Ruth:
Fue maravilloso verte de nuevo. Gracias por tan estupenda comida y también por la preciosa chaqueta.
                             Te quiere siempre, Jesús”.



Estaba parada en el portal, el aire era frío, mas frío si cabe que antes, pero Ruth no lo sentía.



Foto; Miguel Adrover Caldentey Texto; Extracto del libro “Cuentos de sabiduría. (Miguel Adrover Caldentey)