En sus explicaciones les decía: —De igual forma que el Ser Supremo existe en si mismo, también existe dentro de cada uno de nosotros.
En eso que uno de los discípulos le replicó. —Pero maestro, ¿Cómo podemos ser nosotros como el Creador cuando Él es tan inmenso y poderoso? Infinitos universos forman parte de Él, nosotros no somos más que ínfimas partículas.
El sabio, sin impacientarse con el joven discípulo, lo envió hasta el río Ganges a buscar un vaso de agua.
Y así lo hizo aquel joven. Fue hasta el río, cogió un vaso de agua y se lo llevó al maestro.
Cuando el sabio recogió el vaso, lo examinó detenidamente y devolviendo el vaso al discípulo le dijo: —Te he pedido agua del Ganges. Esto no puede ser agua de aquel río.
—Claro que lo es, acabo de recogerla del río hace unos momentos.
—Pero, en el Ganges hay peces, tortugas, vacas que están bebiendo, ranas en zonas poco profundas; en sus orillas hay Gaths donde los fieles se bañan y hacen sus abluciones. Este agua no puede ser del río sagrado.
—Claro que lo es —insistía el discípulo—, lo que pasa es que es tan poca agua que no puede contener ni peces, ni tortugas, ni vacas, ni devotos.
—Tienes razón —contestó el sabio. Ahora devuelve el agua al río —añadió.
Cuando el discípulo hubo devuelto el agua al río, volvió donde estaban todos reunidos. Allí le estaba esperando el viejo brahman, y mirándole a él sin esperar respuesta le preguntó:
—¿Es que ahora no vuelven a coexistir en esa agua todo lo que te dije? ¿Es que ahora no vuelve a compartir esa agua peces, ranas, tortugas, devotos o vacas? Entonces, aceptemos que cada persona es como el agua dentro del vaso. Somos uno como el Ser Supremo, pero existimos de forma limitada y por eso parecemos diferentes.
Cuando has devuelto el agua al río, ésta, de nuevo, ha compartido todo lo que tiene el Ganges. En el vaso, era agua del Ganges, ahora vuelve a ser Ganges. Por eso, cuando tú lo entiendas, comprenderás que eres parte de Él.
Entonces aquel anciano sabio hindú dejo escrito:
“Hasta en una brizna de hierba habita el Alma Universal”.
Fotos; Miguel Adrover Caldentey