Nacieron en las entrañas de la tierra, fueron aprisionadas por fuerzas desconocidas para ellas, se transformaron en ríos de fuego que no habían buscado, y se convirtieron en roca, millones de años después, una raza que aprendió a andar sobre sus cuartos traseros las descubrió, hizo de ellas herramientas, las lanzó, y aprendió que amontonándolas, podía usarlas como cerca para que no se viera el interior, para no que no se invadiera su propiedad.
Quizá nunca pensó que esos mimos muros, un día le recortarian la posibilidad de ver el exterior y que cercionarian su capacidad de compartir.
Por eso, hoy, día nuevo, nacimiento de ciclo, reivindicó que las piedras son naturaleza, que esos muros construidos muchas veces en nuestro interior son paredes que no nos protegen, sino que nos aislan.
No amontonemos más piedras en nuestros muros, no veamos piedras, miremos rocas.
Texto y foto; Miguel Adrover Caldentey