viernes, 26 de febrero de 2010

Soñando el mar

Cuantas historias de piratas, cuantas aventuras transoceánicas, cuantos tesoros escondidos no habrán descubierto aquellos chiquillos que un día navegaron en este pequeño bote, antesala de las embarcaciones con las que un día descubrirían que el mar es algo más, es un mundo rudo de pescadores, es un amigo fiel, pero al que debes siempre respetar.


Hoy esa embarcación, (una "pastera" en mallorquín) duerme olvidada en los aledaños de un puerto pesquero, Cala Figuera, al sur de la isla, soñando seguro en los tiempos en que la hacían navegar esos críos que no sabían todavía manejar los remos con destreza, pero cuya imaginación volaba a cada segundo, deseando ser ese capitán de 15 años, y los besos de cuantas princesas pudieran avistar.
 
Y a veces se me ocurre preguntarme, mientras absorto todavía me entretengo "soñando el mar" donde eran posibles esas aventuras vividas en un pequeño bote que manejábamos con torpeza;  ¿Cuantas ilusiones se han quedado varadas junto a un puerto del que nunca salieron?, ¿Cuantos "imposibles" se han desestimado por la simple razón de que un día nos dijeron que eran "imposibles",?.
 
No busco la respuesta, quizá por miedo a descubrir que ya la conozco.
 
Texto y foto; Miguel Adrover Caldentey

miércoles, 24 de febrero de 2010

Esperanza. (dedicado a Malena)

Repasando mi archivo fotográfico, vi que entre mis imágenes preferidas siempre había salidas y puestas de sol, en ellas siempre encuentro el milagro de la vida y siempre he vinculado ese momento de extrema belleza que nos sumerge en la paz interior a la esperanza de que el mundo tiene sentido.
Podemos ver que un nuevo día nace, y nos acerca a la luz, nos emociona con un precioso amanecer cada día, y que cuando termina se despide sin tristeza  ofreciendonos un precioso atardecer. En ese momento dá  paso a la noche, y la esperanza de ese nuevo día que mañana llegará.
Hoy mi post va por esa esperanza, nuevos y mejores días llegarán.

Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes.
Khalil Gibran (1883-1931) Ensayista, novelista y poeta libanés.

En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante, y detrás de cada noche, viene una aurora sonriente.
Khalil Gibran (1883-1931) Ensayista, novelista y poeta libanés.

Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol.
Martin Luther King (1929-1968)

Nunca será tarde para buscar un mundo mejor y más nuevo, si en el empeño ponemos coraje y esperanza.
Alfred Tennyson (1809-1892) Poeta inglés.

En cada amanecer hay un vivo poema de esperanza, y, al acostarnos, pensemos que amanecerá.
Noel Clarasó (1905-1985) Escritor español.

Los vuelos naturales del espíritu humano no van de placer a placer, sino de una esperanza a otra.
Samuel Johnson (1709-1784) Escritor inglés.

El sol no se ha puesto aún por última vez.
Tito Livio (59 AC-64 AC) Historiador romano

Fotos; Miguel Adrover Caldentey.

Texto; Citas y frases célebres

martes, 23 de febrero de 2010

Soledad

Y yo me mantenía oculto y observaba las acciones de aquel hombre. Y el hombre tembló en la soledad; pero la noche transcurría y él continuaba sentado en la roca.


Rechace su soledad.

Entonces maldije los elementos con la maldición del tumulto, y una espantosa tempestad se congregó en el cielo, donde antes no había viento. Y el cielo se tornó lívido con la violencia de la tempestad, y la lluvia azotó la cabeza del hombre, y las aguas del río se desbordaron, y el río atormentado se cubría de espuma, y los nenúfares alzaban clamores, y la floresta se desmoronaba ante el viento, y rodaba el trueno, y caía el rayo, y la roca vacilaba en sus cimientos. Y yo me mantenía oculto y observaba las acciones de aquel hombre. Y el hombre tembló en la soledad; pero la noche transcurría y él continuaba sentado. Estaba tranquilo.

De repente, sin verme, me dirigió la palabra.

-Tienes que saber amigo mío, que la soledad de uno solo puede estar en el corazón, si amas ya no estas solo, y no dudes, que la tormenta, siempre es el anticipo a la calma, las nubes despejan, y entonces podemos ver el azul del cielo con muchísima más luz-

Y continuó sentado, sonriendo.





Texto; Miguel Adrover Caldentey, interactuando sobre un texto de Edgard Alan Poe (La soledad)
Fotos; Miguel Adrover Caldentey

lunes, 22 de febrero de 2010

Oda a Jamaica

A veces necesitamos reinventarnos, volver a creer, buscar ese rincón que nos haga de nuevo entrar en contacto con la naturaleza, con la Madre.


No buscar los ecologistas de jardín, ni a los salvadores del mundo de despacho, si no ese rincón donde puedas de nuevo hablar con esa selva que te ofrece aire para respirar, esa agua que alimenta la tierra que te da de comer.

Ese día en LX Falls, en Jamaica lo encontré, a un centenar de metros de donde se bañaban ávidos turistas, pero donde pude durante un largo rato participar en el milagro que nos ofrece nuestro planeta cuando lo vemos en todo su esplendor.

El agua turbia denotaba que las últimas lluvias en las Montañas azules habían sido abundantes, el cauce silbaba a su paso por mi lado en demostración de su alegría, y la naturaleza me envolvía.

Pero no todo era tan bonito

Poco más allá varias familias jamaicanas, disfrutando de los últimos rincones que todavía les quedan, el circuito de los turistas todavía no ha llegado hasta este remanso, seguro que pronto llegará.

Al igual que en un principio fueron solo algunos hoteles para traer la economía de mercado al país, y ahora los macrocomplejos hoteleros los están arrinconando al vallar las playas y no dejarles entrar en ellas a no ser para servir cocteles o limpiar habitaciones. Ahora ese mismo turismo necesita rincones de interior, y también se los están quitando.

Como siempre, los aventajados tiburones financieros serán los que se lleven la pieza más grande del botín, y esos habrán llegado del extranjero, algunos intermediarios sin escrupulos habrán llegado a recoger las migajas que se caían, y los pobres parias de la tierra se verán de nuevo desplazados, desubicados de nuevo, llegaron a esa tierra debido al trafico de esclavos, y allí se quedaron, sentian y eran africanos en una tierra desconocida, poco a poco empezaron a creerla suya, empezaba atener sus raices, pero ahora se ven arrancados de nuevo de ella, quizá no por traficantes de esclavos, pero perdonad si os digo que para mi, son especuladores sin escrúpulos a los que ni las raíces de todo un pueblo, ni toda la naturaleza tienen valor alguno a no ser que en esos terrenos quepa un hotel que cotice en bolsa.

Perdonad el rollo, necesitaba decirlo.

Texto y foto; Miguel Adrover Caldentey