sábado, 28 de noviembre de 2009


Y mientras caminaban juntos, después de pensar un rato en la pregunta que le había hecho, le dijo, -¿compartir, que puedo compartir si nada puedo ofrecerte?-
“No te pido que me des nada, solo quiero compartir;”
-Nada tengo para poderlo compartir.-
Entonces el la miró, y mientras miraba la profundidad de sus ojos le dijo:
-Una sonrisa, una alegría, la tibieza de un rayo de sol, la explosión de una carcajada, el brillo de las estrellas, el último rayo de sol de un día, el canto de un pájaro, el temblor de una gota de rocío al amanecer, el milagro del vuelo de una mariposa, la ternura de un abrazo, el calor de tu cuerpo, la suavidad de un beso, la complicidad de un gesto, la búsqueda de un ideal, miles de cosas tienes para compartir, y el día en que los dos busquemos las lagrimas en nuestro interior, entre los dos encerraremos la tristeza en la cárcel de nuestro pecho, y de nuevo, volveremos a compartir el camino, juntos de la mano, mientras miramos como el horizonte se aleja al mismo paso que nosotros avanzamos.-

Texto y foto. Miguel Adrover Caldentey

2 comentarios:

  1. Los silencios, la pena, la tristeza y el dolor que también forman parte del vivir.
    Lo que tengo y lo que no tengo.
    Lo que tienes y lo que no
    Lo que añoro y deseo.
    Lo que deseas tu.
    Tu vida y mi vida.
    Gracias Miguel por esto que nos compartes.
    Inopinado anónimo pero conocido

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  2. Pongo mis pies heridos a tu sombra
    en ese rincón del camino que compartimos,
    detrás de los días que habitaste en mí.
    Detrás de cada noche de luna llena donde te encuentro,
    y del rubor que puse en tu boca aquel atardecer de otoño.
    Detrás de la inquietud que todavía conserva mi cuerpo casi desnudo ...
    Detrás de esa hoguera escondida, que enloquece al oir tu voz, y se enciende en la espesa niebla donde habito.


    Gracias Madroca, por compartir tanto con nosotros.

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