martes, 16 de febrero de 2010

Una lección de humildad

“Cuando aquel vanidoso rey salvó la vida del indigente, no sabía que estaba ayudando al Dios de los Deseos. Una vez realizada la
buena acción, el Dios cambió totalmente de aspecto, abandonó los harapos y ya con su verdadero rostro y sus ropajes le dijo al rey:

—Tú me has ayudado desinteresadamente, esta acción te da el derecho a que un deseo tuyo sea cumplido.

Sin pensárselo el rey respondió:

—Sólo deseo ser más alto que el resto de mis vasallos, y así, de
esta manera poder mirarlos desde arriba y que ellos siempre tengan que levantar la cabeza para poder mirarme a los ojos.

Desde ese momento, cada vez que el rey hablaba con alguien o
estaba en una reunión, siempre miraba a los demás desde arriba, se sentía superior.

Aquel sentimiento de superioridad que crecía dentro de él, hizo
que rápidamente empezara a tratar con despotismo a sus vasallos, que tomara decisiones injustas, su engreimiento fue tal, que los sirvientes empezaron a temerle, y poco a poco, el pueblo fue alejándose de él.

Con el paso del tiempo, el rey fue quedándose solo, los siervos de palacio le evitaban, su familia, día a día se alejaba más y más, y él empezó a estar triste al ver la realidad a la que su soberbia le había conducido.

Llegó un día que el rey salió a pasear por la ciudad y vio como un grupo de ciudadanos al percatarse de su presencia, giraron hacia otra calle para evitar cruzarse con él. Un arrebato de furia recorrió todo su cuerpo y empezó a correr con la intención de alcanzarlos, pero un tropiezo hizo que se diera de bruces contra el suelo.

Únicamente un niño acudió en su ayuda, le ofreció la mano y tiró de él para que se levantara, cuando el rey, emocionado, agradeció el gesto, aquel niño de nuevo se convirtió en el Dios de los Deseos.

—¿Cómo estás Majestad?

—He aprendido la lección. Dios, por favor, libérame de mi anterior deseo.

—¿Qué lección has aprendido?

—He aprendido que un hombre únicamente tiene el derecho de mirar a otro desde arriba cuando le esta ayudando a levantarse.

En aquel momento el Dios liberó al rey de su anterior deseo.
 
Texto; Extracto de una historia oriental adaptada por Miguel Adrover Caldentey (Cuentos de sabiduría)
Foto; Manos Unidas (Google)

8 comentarios:

  1. BELLO CUENTO, MIGUEL! TODA UNA ODA A LA HUMILDAD, Y UNA GRAN ENSEÑANZA DE VIDA
    Q TOD@S DEBERÍAMOS RECORDAR SIEMPRE!!
    HAS REALIZADO UNA ADAPTACIÓN SOBERBIA!!

    ABRAZO_INMENSO!

    MALENA

    ResponderEliminar
  2. Qué bonito y qué gran moraleja se saca. Toda una lección. Me quedo con una frase concreta... "un hombre únicamente tiene el derecho de mirar a otro desde arriba cuando le esta ayudando a levantarse" Genial!.
    Besos.

    ResponderEliminar
  3. Hola Miguel!! Bello cuento, la humildad es una de las virtudes que mas admiro. Siempre la tienen los más grandes de espíritu.
    Besosssssss

    ResponderEliminar
  4. Muy hermoso el cuento. Me quedo con ese final, buena frase para definir la humildad.

    Abrazos.

    ResponderEliminar
  5. La última frase puede ser en si todo un relato. Mirar desde arriba,abajo...da igual si se mira con los ojos de dentro y no los de fuera.

    Un saludo

    ResponderEliminar
  6. el hombre debe ayudar a su hermano me encantro :D

    ResponderEliminar
  7. realmente bonito. Humildad a rebosar....

    salu2 Madroca

    ResponderEliminar