martes, 29 de diciembre de 2009

Naturaleza&silencio



Cuando la naturaleza se presenta como un regalo en tu vida, nace una autentica afinidad con el mundo en que nos ha tocado vivir, la belleza de la tierra, de sus bosques, de los ríos, del mar, de la vida en si misma va despertando en tu interior, naces de nuevo cada día.


El fluir del agua entre las piedras, la lluvia mojando las hojas caídas, el sol lentamente filtrando sus rayos entre la copa de los árboles, la hierba húmeda bajo tus pies, sensaciones de plenitud.

La naturaleza y el silencio, juntos en un espacio de tiempo, un instante efímero, pero que queda grabado en el archivo vital de cada uno.

Se nos presenta a menudo, a veces buscándolo, otras inesperadamente, y siempre, lo necesario para disfrutarlo es, concedernos aunque sea un segundo a nosotros mismos, dejar que nos envuelva, y saborearlo.


Muchas veces, al encontrarnos junto a un río, la mirada es como una mano que buscara capturar el agua en movimiento, cuando la imagen se presenta golpea con fuerza en la retina, el sonido de su paso a nuestro lado, es como escuchar la poesía que la naturaleza nos regala.

Solo es necesario saber escuchar, saber ver.

La corriente de agua se alimenta de la tierra y al tiempo la nutre, fluye como la vida misma desde el interior, suave, sedosa, pero su fuerza se demuestra a través de su tenacidad, busca caminos, los recorre, y si es necesario, los crea. Es vida

Avanza contenta, entre la naturaleza y las rocas, a una la alimenta, las otras le enseñan el camino, es el río, es el agua, es la vida, si, es la vida. Esa vida libre, que fluye desde el interior, que canta cuando cambia de velocidad y de sentido, que aumenta su ritmo en las pendientes para disfrutar del sosiego en las ensenadas.



Sin constancia del tiempo necesitado, en su descenso se abrió camino. Es constante, nació de una pequeña fuente y a lo largo de su recorrido recoge otras corrientes, van fundiéndose en ella, su perseverancia ha propiciado la belleza que nosotros podemos observar, la suavidad de su alma de agua es quizá su mayor fuerza, ya que se nutre del Amor real, de la naturaleza en estado puro, se alimenta de la lluvia, de la nieve de la montaña y al tiempo la comparte, con la tierra, con la vegetación, con nosotros.




Texto y fotos; Miguel Adrover Caldentey

3 comentarios:

  1. Que nunca nos falte ese silencio interno que nos permite escuchar, que nos permite salir de nosotros mismos, de nuestra cabeza parlante, al enuntro de lo otro,al encuentro del otro,al encuentro de la vida tan viva que nos permite acceder a la belleza de cada día,a la belleza nacida de la modestia, a la belleza que nos saluda cada mañana,aunque llueva,aunque arrecie, y sentir el viento en la cara, y sentir el agua en las manos y disfrutar su cantarino recorrido,sentir la calidez del árbol y sentir su alma.........sentir que estamos vivos, que somos como ellos,parte de una naturaleza aparentemente finita pero "eterna" en sus ciclos,que somos parte de ese misterioso y grandioso cosmos, que aún queda tantooo por conocer, por saber,por ser..
    Un texto y fotografías Miquel, que trasnmiten esa viveza,esa necesidad imperiosa del silencio y del encuentro con lo que realmente vive,y nos hace vibrar.......y uno vuelve con esa sonrisa llena de paz ....
    Gracias, Miquel, una sonrisa y abrazo de luna y viento. Marije

    ResponderEliminar
  2. Siempre que puedo, intento aclararme la ideas rodeado de naturaleza. En mi ciudad tengo varios lugares que me hacen ver las cosas con más claridad. Sin naturaleza nada de esto tendría sentido porque forma parte de nosotros.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Solo es necesario saber escuchar, saber ver.

    Que gran verdad, el post es precioso.
    Me ha encantado, veo que estas alineado con tu interior, cuando se ve de verdad se ve todas esas maravillas que tu has comentando.

    Fantastico post :).

    ResponderEliminar