Cuenta la historia que hubo una vez un niño que quiso conocer a Dios. Había escuchado mucho hablar de Él, pero no le conocía, así que decidió salir a buscarlo. Estaba dispuesto a conocerle.
Sabía que sería un viaje largo el que debería emprender, por lo que decidió preparar su mochila para la larga aventura. Puso en ella algunos bocadillos de pan de molde, del frigorífico cogió varios batidos de chocolate y una botella de agua. Y salió a buscar a Dios.
Habiendo ya caminado un buen rato, (había llegado al parque que estaba cerca de su casa) se encontró con una anciana que estaba alimentando con migas de pan a un grupo de palomas que estaban a su alrededor.
Aquel niño, interesado en ver como las palomas casi comían de la mano de la anciana, se paró y se sentó a su lado para observarla.
Mientras la estaba observando, y ya que, debido a la caminata, le había entrado hambre, decidió que sería un buen momento para merendar. Abrió su mochila y sacó uno de aquellos bocadillos. Al hacerlo le pareció que aquella anciana también tendría hambre, por lo que le ofreció uno.
Aquella mujer, agradecida, lo aceptó y le sonrió. La sonrisa de aquella mujer era tan hermosa que el niño quiso volver a verla, así que al momento también sacó un batido de chocolate y de nuevo se lo ofreció.
De nuevo ella aceptó y acariciándole la cara volvió a sonreírle. Así pasaron juntos la tarde.
Cuando el día empezaba a oscurecer, el niño se levantó para volver a casa, pero, antes de alejarse mucho, volvió sobre sus pasos y se abrazó a aquella anciana. Ella, esta vez, le regaló una sonrisa mucho
más amplia que las anteriores, la sonrisa más bella que nunca había visto aquel niño.
Cuando llegó a casa, su madre, al verlo entrar con aquella alegría en su rostro, le preguntó:
—¿Qué hiciste esta tarde que te puso tan contento?.
El respondió.
—He merendado con Dios.
Y sin que su madre tuviera tiempo de decirle nada añadió:
—Y sabes, tiene la sonrisa más maravillosa que he visto jamás.
Mientras, la anciana volvió también a su casa, su vecina, al verla llegar se quedó sorprendida al ver el reflejo de felicidad que llevaba impreso en el rostro.
—¿Qué hiciste esta tarde que vuelves tan contenta?
Ella respondió:
—He compartido unos bocadillos con Dios en el parque –y antes de que la vecina pudiera decir algo añadió— y sabes, es mucho más joven de lo que imaginaba.
Todos nos hemos formado nuestra propia imagen de Dios, o de quien nosotros mismos afirmamos y aceptamos como Dios, y a quien otros llaman Ala, Buda, Supremo, Creador, Shiva, la Nave Nodriza, u otra de las mil maneras de nombrarlo.
La anterior historia nos hace ver como podemos encontrar a Dios en cualquier lugar y bajo cualquier apariencia.
Texto; Extracto del libro "Cuentos de Sabiduría" (Miguel Adrover Caldentey)
Fotos propiedad privada de Miguel Adrover Caldentey
PD; Con amor a mis dos abuelas que ya están con Él
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Hola Miguel! ese es mi concepto sobre Dios, lo podemos encontrar en todo lugar, y está presente en todo, no sólo en la iglesia de material... porque cada uno de nosotros es un pedacito de Dios... si tomáramos conciencia de esto, reinaría el amor puro... el respeto por la vida... en todas sus manifestaciones.... gracias por compartir este texto tan hermoso... Cariños!!
ResponderEliminarHola Miguel!! Es cierto amigo, Dios está en todos lados. Es hermoso el texto y lleno de sabiduría y esperanza.
ResponderEliminarBesossssss
Bellísimo texto Miguel. Elegiste un momento especial para compartirlo, y lo dedicas con amor a quienes te deben de haber dado mucho a ti. Se nota.
ResponderEliminarUn abrazo.
Que hermoso cuento has logrado realizar, en el demuestras la grandeza de tu alma Miguel.
ResponderEliminarUno siempre devuelve lo que recibe y tu has recibido mucho amor lo demuestras con tus palabras que hoy has compartido con los que seguimos tu pagina...
Un abrazo y felices pascuas¡¡¡¡
Tus escritos son muy sabios, te hacen pensar, meditar. Se nota que te lo curras, y te gusta emplear el tiempo necesario.
ResponderEliminarGracias por visitarme y dejar tu opinión. Me encanta. Saludos muchos.
India.
Me han brotado las lágrimas Madroca.
ResponderEliminarQue belleza!
Ojala y todos comprendieran que Dios no está en templos de piedra, ni en religiones extremistas. Dios está en tu alma y en la mía.
Dios está en mi hijo y en el tuyo.
En tu lágrima y tu mano dando ayuda.
En mi congoja y mis palabras cuando ayudan a un amigo.
Dios está en todos los que nos damos la mano para que el mundo tenga un futuro mejor.
Hola Miguel, si tuvierámos los ojos limpios como los niños todos nos habríamos encontrado con el. Pero nuestra intelegencia, autosufieciencia, orgullo y soberbia, han lenatado tales muros que le hemos tapado.
ResponderEliminarLas religiones, las iglesia, mezquitas, sinagogas y templos son lugares de culto para quien lo ha descubierto y necesita lugares físicos para encontrase con quien ya conoce.
Pero el está dentroi de cada uno.
Un abrazo y felices dias de descanso.
Hermoso texto, lo conocía pero no sabía que fuera tuyo :)
Que hermoso texto! me ha gustado mucho, realmente las cosas cambian depende de los ojos que lo ven :)
ResponderEliminargracias por pasar a visitarme, eres muy amable, un beso.
Sentir a Dios, hacerle un hueco en nuestra atiborrada mente, abrirnos a lo que Es,y sin frontera racional sentir la Presencia de eso que está más allá de uno, a la vez, que uno se siente parte de lo que Es.....quizas los niños y los ancianos,tienen esa vivencia tan cercana, sin escandalizarse, sin asustarse de nada, más bien parecen vivir en ella, unos por que su mente aún no tiene fronteras, y quizas la vida es Una para ellos, otros porque han optado por dejar lo que sobra y quedarse con la esencia....y es entonces cuando somos capaces de "ver lo esencial con los ojos del corazón, del alma", como decia el Principito.
ResponderEliminarPreciosa mirada, noble, despierta y llena de vida, la de ese precioso niño y preciosa mirada,completa, de la abuela. Un beso para los dos y para la abuela que permanece en tu corazón.
Un fuerte abrazo, y mil gracias por conservar la mirada de ese noble y precioso niño
Eso es exactamente, podemos encontrar a Dios en cualquier lugar y bajo cualquier apariencia, no es necesario que pertenezcamos a una religión concreta ni que le recemos en ningún lugar especial. Si ralentizamos un poco el stress de nuestras vidas y dedicamos un ratito de nuestro tiempo a hablar con Él, enseguida sentiremos su presencia, cómo nos escucha... y que jamás nos deja solos.
ResponderEliminarEs una hermosa historia... excelente elección...
Mil besos.
Hermoso cuento
Oh! quin angelet!! Sembla que mai hagis romput un plat :P
ResponderEliminarVengo a curiosear tu blog desde el de Merce (Trestrísqueles) yo también
ResponderEliminarCreo en el ser humano, es la mejor religión el mejor Dios en que podemos creer.
Me gustaría invitarte a ver el rayo verde en mi blog (pincha en la etiqueta caminando por Marín.
Un saludo y hasta pronto
A.Cris
GRACIAS POR SEGUIR MI BLOG!
ResponderEliminarY BENDICIONES EN ESTAS PASCUAS
QUE RECIBAS MUCHA LUZ Y AMOR
CON TODO CARIÑO LAURA
BY MIS CYBER AMIGOS
HAY PREMIO PARA TI EN
http://lospremiosdemiscyberamigos.blogspot.com
Sí, Miguel.. Yo siempre quise pensar q el dios q cada uno elegimos lo forjamos a nuestra manera.., y q no nos viene preconcebido, de antemano..
ResponderEliminarAsí, yo me creé un dios "con buena onda"..,
y de momento no nos va mal..; quizás pq le acepto como uno más de los mortales..
Afecto Inmenso,
Male.