jueves, 24 de junio de 2010

Tener el corazón de niño

Tener el corazón de niño, y la mente de un adulto es muy complicado. Casi siempre desaparece uno, cuando llega el otro, aunque debemos reconocer que sería una simbiosis perfecta poder disfrutar de ambas cualidades, y conseguir un equilibrio entre ambas. Quizá, para intentarlo, podríamos prestar atención al escrito que esta grabado en una ermita cercana a los Pirineos, cerca del camino de peregrinaje por excelencia, el Camino de Santiago.


Si realmente fueras un niño, un auténtico niño, en vez de preocuparte por lo que no puedes hacer, contemplarías la Creación en silencio. Te acostumbrarías a mirar en calma al mundo, la naturaleza, la historia, el cielo.
Si realmente fueras un niño, en estos momentos estarías cantando alabanzas a las cosas que tienes delante. Luego, libre de las tensiones, de los temores y de las preguntas inútiles, aprovecharías este tiempo para esperar, curioso y paciente, el resultado de las cosas en las que tanto amor pusiste (Carlos Garito, ermitaño italiano).

Cuantas veces hemos visto a aquellos chicos y chicas enfrascados en la realización de algo que a nosotros nos parece una pérdida de tiempo, cuantas veces les hemos recriminado por perder el tiempo porque a nosotros nos lo parece, olvidando que ellos encuentran de lo más interesante lo que están haciendo.
Cuantas veces les hemos recriminado por hacer aquello que, pensándolo bien, nos gustaría a nosotros poder hacer, pero nuestra mentalidad de persona adulta y responsable nos lo impide.
Las enseñanzas que nos llegan de los grandes maestros, recogidas en muchos libros y en muchos pensamientos de aquellos que a lo largo de su vida intentaron dar un poco de luz a los que quisieron escuchar, nos remiten a las palabras que ya habíamos oído:

“Procura vivir con la misma intensidad que un niño, él no pide explicaciones, se sumerge de cabeza en cada día como si éste fuera una aventura diferente, y cuando llega la noche, duerme cansado y feliz”.


Texto y fotos; Miguel Adrover Caldentey

(Extracto del libro; Cuentos de sabiduría)

6 comentarios:

  1. Madroca no te imaginas lo bien que me hacen tus reflexiones,sobre todo hoy que estoy pasando por una situación dificil,creo que ami me funciona más el corazón de niño habeces y por
    eso me meto en cada lio, gracias por compartir tan bellos escritos.
    Besos que tengas un lindo día.

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  2. El último párrafo es perfecto.
    Creo que todos conocemos esa intensidad de niño, esa forma de mirar la vida, sin complicaciones, con la sonrisa ancha, con las manitas manchadas de dulce... pero que dificil se nos hace seguir con esa linea. La mirada se nos va turbando a medida que pasan los años.
    Ojala y se pudiese volver, amigo.
    Tratemos de hacerlo.
    Pongamos como meta vivir el día con el pecho henchido de bellos sentimientos.

    Namasté amigo

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  3. El niño cuando aún no está contaminado por la concreta mente de los adultos, no tiene miedo de mirar, observar, tocar, palpar, oir, escuchar...
    Está abierto a querer sorprenderse a cada momento de la sabiduría de lo que encuentra por si mismo. Sólo así es capáz de entender y comprender el misterio de la vida a través de toda la Naturaleza, único libro escrito por Dios. Sólo así se convierte en un ser pleno de libertad y grandeza, sabe que el es la luz del mundo.


    Gràcies.
    una abraçada.

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  4. Con decir "niños" se abre un abanico de posiblilidades tan enorme que se puede recoger en un texto. Creo que el la semilla virgen que llevamos dentro pero que no escuchamos, salvo raras excepciones.
    Un abrazo

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  5. Eso me hace preguntarme....¿Cuando perdimos la inocencia? ¿La entregamos a los años o la perdimos al olvido?...

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  6. Hola Miguel!! Un maravilloso pensamiento, tener el corazón de niño aún cuando los años pasan. Distinto sería el mundo y distinta sería nuestra vida. Vivir con la intensidad de la inocencia.
    Besossssssss

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