miércoles, 23 de diciembre de 2009

Carta a ... (3)

De nuevo otra de las cartas a mi hijo. Para mi sigue tan actual como cuando la escribí.




Junio 2001



Quizá algún día tu camino se cruce con la pobreza, entiéndeme, pobreza material, no lo evites, camínalo también, a mi me ha ocurrido y al ver de cerca la situación a que se ven sometidas familias en La India, en México, en Nicaragua o en China, te prometo que a mí me causó admiración la voluntad y el esfuerzo, muchas veces inútil, que realizan para subsistir. Cualquier pequeño pueblo del Rajasthan, de Uttar Pradesh, o de la selva mejicana llegando a Nuevo Valladolid o la misma Managua recoge entre sus casas más héroes anónimos que todas nuestras ciudades, orgullo de nuestra civilización, juntas, héroes que lo han dado todo, muchas veces hasta su vida para sacar a los suyos adelante.




No hay nada peor que un corazón cerrado, no dejes nunca hijo, que tu corazón se vuelva insensible al dolor ajeno, nunca dejes que no te afecte el llorar de un niño por hambre, créeme, lo más fácil es volver la cara y no mirar, convertirnos en ciegos de corazón, pensar que otros que tienen más que nosotros no dan nada para ayudar no nos exime de nuestra responsabilidad con la sonrisa de aquel niño haraposo que hemos visto en las noticias y que probablemente no llegue a ver un nuevo Sol porque la enfermedad o la falta de alimentos lo habrá reunido con la Dama de los Sueños Eternos.




Crees que es muy difícil ayudar hijo mío, que equivocado estas, con solo proponértelo puedes hacer cosas muy bellas, sencillamente sé tú mismo, haz las cosas con amor y si realmente experimentas la necesidad de hacer algo en favor de los que tanto sufren, no te pares a pensarlo, hazlo y cuéntalo, de esta manera posiblemente consigas que otra persona aporte su granito de arena que unido al montón ya existentes empezara a forjar un nuevo mundo, un mundo libre de las ataduras que en la actualidad tienen ligado al que yo conozco.




Quiero decirte al mismo tiempo que hagas oídos sordos a los que se van a reír de ti, vas a tener que aguantar que te digan que eres un idealista, un ignorante de la realidad del mundo, un iluso por querer arreglarlo y muchas otras cosas, es algo por lo que tendrás que pasar si algún día decides que vale la pena llorar por los que no tienen quien les llore. Cuando esto ocurra acuérdate de lo que te digo siempre, antes de nada escucha a tu corazón, el te dará la respuesta si realmente tienes intención de mover un dedo por una causa justa.

Luchar desde donde tú puedas por esta causa justa es algo por lo que nunca debes esperar una recompensa ni material ni moral de los demás, quiero que sepas que la mejor recompensa que puedes obtener es cruzarte en tu camino con gente que comparta tus mismos anhelos y hacer un frente común con ellos, pero aunque ello no ocurra recuerda que siempre dentro de ti quedara en un rincón de tu corazón la alegría de ser justo, la alegría de ser valiente, la alegría del dar sin recibir, la alegría del estar contento contigo mismo.

Todo lo que te he expuesto con anterioridad también puedes intentar aplicarlo en lo cotidiano, no es necesario que únicamente busques a los desdichados entre los más desvalidos, cada día te cruzaras con muchas personas que necesiten un apoyo, aunque sea una sonrisa sincera, alguien que quiera escuchar sus problemas, alguien con quien compartir sus sentimientos, alguien que les haga ver que no están solos, y piensa siempre que ese alguien puedes ser tú y puedes significar mucho para el que lo necesite, pues no creas que en este mundo de consumo y opulencia donde por suerte has nacido todo es tan bonito como nos quieren hacer ver, muchas personas son infelices, muy infelices en su interior.

Intenta hijo mío compartir tu felicidad, creo que únicamente una felicidad compartida es una felicidad completa, intenta trasmitirla a los demás, se sincero contigo mismo y con los que te rodean y acuérdate también que tú tienes todo el derecho de estar triste, en esos momentos busca el apoyo que te pueda dar consuelo, no intentes engañarte a ti mismo encerrándote detrás de un cristal, lo único que conseguirá será aumentar más tus sentimientos tristes mezclándolos con otros de desasosiego y soledad con lo que será más difícil todavía que vuelvas a reír de nuevo. Si logras un apoyo donde poder compartir tus momentos tristes sabrás valorar realmente lo que significa sentirse querido.




Finalmente decirte que en el caso de que busques consuelo o de que lo quieras dar, nunca alardees de ello, hazlo por convicción, no por obligación ni por sentirte superior, es algo que debe salir de ti, sino puedes caer en la tentación de creerte mejor que los demás, y eso, tenlo por seguro no es así, ponte en el lugar que te corresponde y nadie te podrá mover de ese lugar. Recuerda una frase de Judy Garlant quien nos aconsejaba “Procura ser siempre la mejor versión de ti mismo y no una mediocre versión de alguien más” o sino aquella más profunda de Luz Estela de Zubillaga que nos recuerda que “Cada quien se hace y lleva dentro de sí su propio cielo y su propio infierno, sin necesidad de morirse para ir allá”.



Texto y fotos; Miguel Adrover Caldentey

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