lunes, 21 de diciembre de 2009

Carta a ...

Recupero aquí algunas cartas que en su día fueron escritas como artículos de prensa y cuyo destinatario era mi hijo, o quizá no, quizá el destinatario de estas epístolas eran otros muchos lectores que pudieran acceder
a ellas.





Febrero 2001



La idea concebida desde el inicio era que a través de estas cartas llegaras a comprender mejor este enigmático mundo en el que te toca vivir y que heredas de nosotros, ¿vaya herencia verdad?, estoy escribiendo estas líneas recién iniciado el año, dejando atrás otra Navidad.

La realidad es que desde el pasado año nuestro planeta, también se esta sumando a la fiesta, una fiesta macabra que empezó con el Niño, el Mitch, terremotos en Turquía, inundaciones en Centroamérica, la India, Colombia, cientos de miles de muertos por desastres naturales, y como siempre, los más afectados han sido la población más pobre, los que no tenían de que vivir, ellos han perdido lo poco que tenían y ahora solo les quedan lagrimas para llorar sus seres queridos y su más absoluta miseria.

Después de cada catástrofe los organismos internacionales están haciendo un esfuerzo para paliar el desastre y ayudar a los damnificados, poco a poco el interés internacional se va apagando, ya no son portada en los periódicos ni imágenes en los noticiarios de televisión, las lagrimas que despiertan los desamparados durante los primeros días, se van convirtiendo en impotencia y poco a poco en olvido.

¿No debería servir para algo más la sucesión de estas tragedias? ¿No debería servir para darnos cuenta de cuan desgraciado es el mundo que únicamente es capaz de ver aflorar una lagrima en su corazón cuando sucede una catástrofe de enorme magnitud, olvidando diariamente a los miles de víctimas de la pobreza y el hambre?




Desde mi infancia he asistido inconscientemente al progresivo envenenamiento del planeta, el cambio climático es ahora más notorio que nunca, las catástrofes naturales asolan diariamente algún rincón y los más afectados son los que menos culpas tienen.

Si, la menor culpa, no lo dudes, los miles de seres humanos que anualmente ven destruida toda su vida por una gran inundación, por el efecto invernadero, por un huracán o la cruel sequía, nunca sabrán que gran parte de esa catástrofe vino provocada por nosotros, si por alguien como yo, como el vecino o el familiar que mas respetuoso te parezca, un mal que hacemos sin darnos cuenta. De que mal te estoy hablando, muy fácil, de nuestra incombustible comodidad, siempre predicamos que debemos hacer mas deporte, cuidarnos mas, gastar menos, mil veces lo oirás cada navidad, los políticos también se llenarán la boca con frases de esa índole.

Sabes la realidad, cuando nos hemos gastado un dineral en un chandal y zapatillas, nos montamos en el coche para ir a la tienda que esta a doscientos metros de distancia al tiempo que dejamos funcionando los dos televisores de casa porque tardaremos diez minutos y los calefactores a tope para que no se enfríe mientras estamos fuera, tampoco apagamos ninguna luz, para qué, si ya volvemos y mientras hacemos cola en la tienda, el coche fuera en marcha.

Miles de escenas como la que te he descrito suceden cerca de nosotros, que significa esto, pues a mi entender que los que decimos que nosotros a nivel individual no podemos hacer nada nos estamos mintiendo y nos mentimos porque así nos es más fácil mantener la conciencia limpia y nuestro sentido de culpabilidad.

Que es mínima nuestra culpa, no te lo discuto, pero imagínate si no tú, o yo, o el otro, sino muchísimos de los que a solas pensamos lo mismo, decidiéramos dejar de pensar y ponernos manos a la obra para hacerlo, entre todos haríamos un gran beneficio a nuestra Madre Tierra y después podríamos empezar a gritarles a los prepotentes gobiernos de las naciones “civilizadas” y a las todopoderosas multinacionales que basta ya de envenenar al mundo.

Como crees que van a reaccionar las grandes empresas, multinacionales, o los mismos gobiernos cuando nosotros desarrollamos exactamente el plan que ellos han preestablecido, primero nos venden el estado del bienestar, la era del ocio, la civilización de la abundancia y del consumismo, la era de la opulencia, y cuando nos han mediatizado nosotros cual dulces corderillos realmente hacemos lo que directa o subliminalmente nos han inculcado. La reacción es seguir explotando el filón y seguir aumentando su nivel de beneficios, muchas veces rozando, bordeando o saliéndose sin pudor de la legalidad.




Puedo ponerte un ejemplo, hace pocos días estuve compartiendo en un plató de televisión una jornada solidaria para recaudar fondos de ayuda hacia los dos países más castigados por los terremotos este año dos mil uno recién empezado, El Salvador y La India, con Marcelo Unamuno, uno de los principales directores de Cruz Roja Española, estábamos hablando de lo rápido que, una vez han pasado algunos días, se olvidan estas desgracias, y de nuevo volvemos a sumir en el olvido aquellos millones de personas que es cuando más nos necesitan, él con una explicación muy sencilla me dio su definición de este problema, el efecto CNN, la verdad cuando me lo dijo no sabia muy bien a que se refería pero cuando empezó a hablar le di toda la razón, Cruz Roja, cualquier ONG, todos los que dedican tiempo en paliar las desgracias de los demás, notan perfectamente cuando el desastre, huracán, terremoto, inundación, deja de ser noticia de actualidad, cuando las cámaras desaparecen de los lugares empieza a notarse como la solidaridad también empieza a flaquear, ya no la individual, también la de los gobiernos, la referencia que se tiene del desastre va muchas veces en consonancia al numero de víctimas, cuando no quedan cadáveres encima de la mesa el interés informativo va decayendo paulatinamente, pasando de ser noticia de primera pagina a ser solo una referencia y después a verse relegada a meras notas hasta desaparecer.

A partir de ese día es cuando los realmente voluntarios deben empezar su trabajo más duro ya que se enfrentan a la cruda realidad. Una realidad olvidada por los que seguimos las tragedias desde el otro lado del televisor o en las páginas de los periódicos.

Es cuando desaparecen las cámaras de televisión y los reporteros de los medios de comunicación, cuando realmente empieza lo que podríamos llamar la verdadera solidaridad, cuando se disipa el efecto CNN un cada vez más numeroso grupo de personas empiezan su labor humanitaria, es un grupo de personas que han apostado fuerte por un nuevo mundo, un mundo sin fronteras ni barreras, un mundo más humano

Sinceramente creo, que estas personas que algún día se han decidido a romper con sus barreras y hacer lo que realmente sienten y quieren, ese día, han ganado su lucha, se han convertido en nuevos misioneros de la Solidaridad, su mirada llena de amor es capaz de iluminar cualquier situación y el brillo de sus pupilas les delata, es un brillo mezcla de amor y paz, paz con uno mismo y amor con los demás.

Al mismo tiempo, empresas de naciones muy solidarias, se frotan las manos pensando en los beneficios que reportará a cargo de los fondos internacionales la reconstrucción de ejes de comunicación, oleoductos, y quizá la posibilidad de optar por una licencia que les permita instalarse en ciudades que necesitan imperiosamente alguien que les ofrezca un puesto de trabajo aunque sea a cambio de un plato de comida.



Texto y fotos; Miguel Adrover Caldentey

1 comentario:

  1. Como siempre, una vez más, me has tocado el corazón con tus palabras, pero, ¿no es una utopía creer que los gobiernos con corazones tan llenos de poder, de veneno y de codicia, sentirán en su piel alguna sensibilidad, para mover un dedo por lo que es justo?
    ¿Y crees Miquel que nuestra voz insignificante puede gritar y mover las conciencias de esos gobiernos?

    Me gustaría que, en vez de escritor, fueras politico, quizá tu y personas como tu, si que pudiesen cambiar el mundo.

    Me gusta lo que haces.

    ResponderEliminar