martes, 22 de diciembre de 2009

Carta a ... (2)

Recupero de nuevo otra de las cartas a mi hijo.




Mayo 2001



Es quizá una de las cosas más importantes para mí que tú consigas recorrer el camino de la vida con paso firme en tu interior, que cada noche antes de cerrar los ojos para abandonarte al mágico mundo de los sueños puedas sentirte satisfecho de ti mismo, reconocerás conmigo que esta es una de las sensaciones más maravillosas que existen.

Para ello es necesario que paso a paso aprendas a ser feliz contigo mismo y con lo que te rodea, siempre hay un motivo para mirar con frescura la vida y lo que ella nos depara, si, ya sé que a veces es difícil, muchas parece imposible pero ello no debe desanimarte, piensa que aunque por unos meses los campos permanezcan mustios e improductivos no se afligen por ello, pues la primavera cada año vuelve con todo su esplendor regalándonos nuevas flores que admirar, cubriéndolo todo con su manto de hermosura y nuevos aromas que conllevan nueva vida.




Tú podrás preguntarte como puedes ser feliz cuando las cosas no te salgan lo bien que tú quisieras, déjame decirte que por mal que vengan las cosas debes saber encontrar la manera de sacarles provecho, únicamente cuando no, para no volver a caer en los errores que pudieran haber propiciado que estas salieran mal. Si sabes aprender de tus errores o ver los que cometen los demás para no cometerlos tú posiblemente habrás ganado una batalla al destino.

No confíes demasiado en la suerte, confía más en tu instinto, esa vocecita interior que muchas veces quiere hablar y por norma no escuchamos, en tu Ángel de la Guarda o como diría J. J. Benítez, en la Nave Nodriza que guía nuestros caminos antes que confiar en que sea la suerte o la casualidad lo que te saque de los apuros.




Se por experiencia que no son únicamente problemas cotidianos los que muchas veces te sumirán en la tristeza, alguna vez será la perdida de alguien de tu entorno y que aprecies los que llenaran tus ojos de lagrimas, en estos momentos me estoy acordando de los seres queridos que he dejado atrás en mí camino, Biel, Tofol, Víctor, Natasha, Peter, Miguel, Encarna, Miguelin, Manolo, Toni, Dino, Yolanda, Carlos, son amigos desaparecidos trágicamente, ahora sus recuerdos y lo compartido con ellos es uno de los mayores tesoros que poseo.

Si por desgracia alguna vez te tienes que enfrentar a la perdida de un ser próximo a ti lo único que puedo decirte es que no dejes que los recuerdos buenos se borren de tu memoria, lávalos con las lagrimas de tus ojos, resérvales un lugar privilegiado en tu corazón, expresa tus sentimientos, no quieras ahogar tus penas dentro de ti, busca el consuelo en los que puedan consolarte, siempre hay alguien en quien poder recostar la cabeza y llorar, aprende a convivir con su recuerdo y huye de la tentación de querer reemplazar su ausencia rápidamente, dale margen al tiempo para que vuelva a poner orden en tu vida y consigue volver a ser feliz sin olvidar a la persona apreciada cuya perdida te hizo sumir en la tristeza.

Los recuerdos de los que nos han dejado han de ser para ti un punto de apoyo, cuando estés solo consulta con ellos, aquella sonrisa, aquel consejo, aquella caricia, aquel llanto, aquel beso, aquella conversación, aquel secreto compartido. En aquella lágrima derramada con la única compañía de su recuerdo muchas veces está la respuesta que esperas para devolverte la ansiedad de compartir lo mucho que todavía te queda por compartir.




No es fácil, no creas que la pena interior y la sensación de vacío que puedes sentir desaparezca instantáneamente, es más difícil de lo que puedes suponer, pero es algo con lo que tenemos que aprender a convivir, es la ilógica realidad de este ilógico mundo en que nos ha tocado vivir. La formula que a mí más me ha consolado siempre ha sido pensar que realmente después de nuestro paso por esta vida existe algo más. Seria demasiado cruel que la Fuerza Suprema hubiera dado vida a este pequeño mundo para que después se desvaneciera cuando el corazón dejara de latir, siempre he confiado en poder reunirme con aquellos que por desgracia dejaron esta vida con las maletas sin ni siquiera deshacer, cuando estaban empezando a disfrutarla.

Esta idea me ha ayudado siempre a sobrellevar unas penas que pesan en mis alforjas, las perdidas de unos seres queridos que no entiendo ni quiero que tú las quieras entender, únicamente podemos aprender a convivir con los recuerdos de los momentos felices que pasamos en su compañía.

Por eso te pido: Nunca dejes de mirar a la vida con la inocencia de un niño.




Texto y fotos; Miguel Adrover Caldentey

1 comentario:

  1. Como el amanecer hereda la luz cautiva de la luna,
    heredé tu ausencia, tu olvido...

    Hoy busco en los escombros de mi vida, aprender a vivir conmigo misma.
    De vez en cuando, acaricio los recuerdos y mis dudas heridas en ese rincón secreto, ese lugar privilegiado de mi corazón, pero, una sombra callada y honesta coge mi mano y me acompaña de vuelta sobre mis pasos.


    Llevas razón Madroca cuando dices que el vacio y la pena interior no pueden desaparecer facilmente al perder algún ser muy querido, pero, se aprende Madroca, se aprende, aunque sea desgastando su recuerdo cada día, como bien dices, lavandolo con lagrímas.

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